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CICLISMO Muere con Bartali una época única del deporte

Gino, tan diferente de Fausto

Gino era uno que hablaba poco, Fausto era más accesible. Entre los dos la diferencia era abismal. Bartali tenía la pierna corta y claramente le costaba más esfuerzo pedalear que a Coppi, de pierna larga. Quizás la base de la diferencia entre ambos estribaba en la distinta constitución física.Gino no se cansaba nunca. Lo veías en dificultad, preocupado porque Fausto estaba delante, pero no se hundía; lo creías acabado y no, se levantaba sobre la bicicleta y nos dejaba pegados a los pedales a nosotros, los mediocres, la gente de baja clasificación.

Era siempre consciente de haber cumplido con su deber, pero nunca se rebajaba a reconocer que el adversario que lo derrotaba había sido el más fuerte. ¡Era siempre orgulloso!

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En 1951, en la etapa de los cinco grandes puertos del Giro de Italia (Cuneo-Pinerolo) del pelotón se escapa uno cualquiera (Ronconi para ser precisos); Corrieri, gregario de confianza de Gino, hace sonar la alarma. El primero en comprender el peligro es Coppi. Sucede el fin del mundo, como si hubiese estallado una bomba: nos miramos a la cara y rápidamente nos damos cuenta de que para nosotros se ha acabado la etapa. Copii delante. Bartali que le persigue. La carrera está allí y Coppi llega infligiendo a Gino su derrota más dolorosa. Gino no se olvidó nunca de aquella jornada, pero la batalla que los dos campeones supieron conducir a lo largo de las subidas más duras del Giro permanece como un testimonio épico de estos dos campeones.Cuando luego, de mayores, nos encontrábamos ya fuera del ambiente repasamos, como si fuera una película, muchas cosas. Cómo había cambiado él. Qué diferencia entre el Bartali sobre los pedales y aquel de la vida común. Igual que echamos de menos, en la distancia, al pobre Fausto, sentiremos también la falta de Gino, cascarrabias, siempre descontento, pero siempre un personaje, un hombre que ha firmado la historia del ciclismo con hazañas difíciles de olvidar.

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