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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Juicio del 103

El vuelo 103 de la Pan Am estalló el 21 de diciembre de 1988, cuando sobrevolaba la localidad escocesa de Lockerbie, causando la muerte de los 259 pasajeros y tripulantes -entre ellos, una española- y 11 personas más en tierra. Once años después se ha abierto, en un tribunal especial en los Países Bajos, el juicio contra los dos principales acusados de asesinato y conspiración para asesinar: Abdel Baset al Megrahi y Al Amín Jalifa Fahima, dos libios que niegan toda autoría o participación en los hechos, a la vez que desde Trípoli el presidente Gaddafi se ha desentendido de lo ocurrido.Llegar a la apertura de la vista en Camp Zeit, una antigua base estadounidense en los Países Bajos, ha costado años de sanciones contra Libia, hasta que el coronel Gaddafi decidió finalmente entregar a los dos acusados a la justicia escocesa. Fruto de las negociaciones, y para evitar la imagen de sometimiento a Estados Unidos, el juicio se celebra con jueces y fiscales escoceses y de acuerdo con el derecho de Escocia, que en virtud del principio de la "defensa especial" permite a los acusados trasladar la acusación hacia terceros. Los abogados de la defensa han aprovechado de inmediato esta posibilidad al señalar a dos grupos palestinos -el Frente Popular Palestino de Liberación Comando General, que lo niega, y el oscuro Frente de Lucha Popular Palestino- como los autores de este crimen. Es justamente hacia grupos terroristas palestinos hacia quienes se dirigió en primer lugar la investigación de los servicios de espionaje estadounidenses y británicos, antes de girar a principios de los noventa hacia la pista libia, obligando a Gaddafi a entregar a los acusados y a tener una posición relativamente cooperadora en su intento de romper el aislamiento frente a Europa y EE UU al que se vio sometido por el atentado de Lockerbie.

El juicio debería servir para hacer justicia, pero en él se va a confrontar la diferencia entre la información que proporcionan los servicios de espionaje y las pruebas que se han demostrado en el juicio, aunque la acusación dispone del testimonio de un desertor de los servicios secretos libios. De momento, la vista se ha centrado en una descripción de la explosión en vuelo de una maleta, con la consiguiente tragedia, y de una rocambolesca trama que empieza en enero de 1985 y termina en ese fatídico 21 de diciembre, tres años después, con episodios en Suiza, Malta, Libia y otros lugares, en una realidad que supera a muchas ficciones. Sólo que por serlo resulta mucho más cruel.

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