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El aldabodon

Da grima pensar en la capacidad que a veces exhibe ETA de plantar un reto a los demás y encima enmendarles la plana. La publicación de los documentos de la pasada tregua da muestra de lo segundo, al tiempo que deja claro quién lidera el proceso y, por ende, quién lo gobierna. Pero lo fascinante de esta historia está en que ETA viene a dar la razón al Gobierno español en la valoración que éste hizo de la tregua y a desmontar de esta manera las acusaciones que se le hicieron de inmovilista. Para ETA, el Gobierno no lo hizo mal, quienes sí lo hicieron mal fueron sus aliados en el "proceso", PNV y EA. Parece evidente, por lo tanto, que unos y otros aliados en el "proceso" no esperaban lo mismo de la tregua. Que los unos deseaban que el Gobierno se moviera, mientras que los otros deseaban más bien que no lo hiciera. Si nos acogemos a la célebre metáfora del árbol y las nueces, podríamos concluir que quienes mueven el árbol (ETA) han castigado a quienes recogen las nueces -PNV y EA-. Han dejado bien claro que la recogida también les corresponde a ellos. El "proceso" es el suyo, y el resto mero oportunismo.Con las cosas así de claras, Odón Elorza se nos destapa con un gesto y unas declaraciones que bien merecen un comentario. Se queja de haber perdido casi siempre dentro de su partido. Menciona al respecto el plan Ardanza, la salida del Gobierno vasco, la política penitenciaria. Pero se deja algo en las telarañas de la memoria, se deja algo tan fundamental como Lizarra. Porque si por él hubiera sido, el PSE-EE hubiera entrado en Lizarra. Y causa pavor imaginar cuáles hubieran sido las consecuencias de esa decisión para este país y también para su partido. Preocupado por el seguidismo que en su opinión practica el PSE con el PP, no se da cuenta de que todas sus opciones, las suyas, conllevan un seguidismo hacia otras siglas, sin que parezca tampoco darse cuenta del perjuicio que ese seguidismo haya podido causar a su partido en un pasado reciente. Por desgracia, y ellos tendrán que saber por qué, a los socialistas siempre les ha tocado estar en Euskadi "supeditados" a otras siglas. Tal vez porque han acabado interiorizando el populismo nacionalista, fijando en él un modelo deseado en el que tienen todas las de perder. También ahora que el ciclo histórico no les es favorable tendrán que buscarse aliados, pero tendrán que establecer una jerarquía de valores democráticos para determinar quiénes han de serlo. Pues esa es la cuestión. Sobre todo en Euskadi.

Afirma Odón que hay muchos vascos que no quieren la independencia pero sí una solución no forzada, libre. Y me atrevo a preguntarle si las adoptadas hasta ahora no han sido libres y también de qué forma tendría que hacerse efectiva esa libertad. Sé que él se ha manifestado a favor de un referéndum o consulta popular. ¿Sobre qué, cómo, dónde? ¿Se puede organizar una consulta popular sin violentar la decisión libre de los ciudadanos de forma que diera satisfacción a la banda en los términos que tan claramente ha expresado por activa y por pasiva? ¿Se puede organizar una consulta más allá de los tres territorios que constituyen la CAV? Y si no se puede, a qué sirve lanzar una idea que sólo vale para dar argumentos a aquellos a los que se pretende neutralizar. ¿Dónde está la responsabilidad del político que tanto invoca?

Pero hay otros síntomas de esa interiorización errática del modelo de poder dominante. Porque, a diferencia de lo que él afirma, no es la oposición la que está jugando al "pim, pam, pum" por querer sustituir al Gobierno, objetivo de todas las oposiciones que en el mundo han sido, sino quienes todos sabemos. Y algo soluciona sustituir un Gobierno que representa al 50% de los ciudadanos por otro con similar apoyo, en contra de lo que piensa él. Fue justo lo que ocurrió en España con el cambio de Gobierno. Y en Euskadi significaría mucho más. Significaría desmontar un mito, un prejuicio, casi una orden: que aquí solo pueden mandar los que mandan siempre. Y no me cabe duda de que su partido podría ser uno de los beneficiados de tamaño revolcón normalizador. Que un político no sepa apreciar lo que eso significa también da grima.

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