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Checa no pudo dormir anoche (y yo no pude el sábado)

"No dormiré esta noche", declaraba Carlos Checa nada más acabar en segundo lugar el Gran Premio de España de Motociclismo de 500 cc. Yo no pude dormir el sábado.Checa se refería a que pudo ganar y no lo hizo y ya nunca sabrá qué hubiera pasado si no hubiera bajado el ritmo cuando, por dos veces consecutivas, su rueda delantera comenzó a deslizar en la segunda parte de la carrera.

Yo aludía a que una veintena de ruidosos moteros alicantinos se alojó en mi hotel. Las tracas a las cinco de la mañana se soportan mal, pero uno sabe que es costumbre de la región levantina. Las quemadas de ruedas y cortes de encendido, con el consiguiente estruendo, no se llevan con gracia cuando uno está en el primer sueño. Bueno, admitamos que es parte de la fiesta. Pero lo que no les perdono es que durante toda la noche estuvieran obsequiando a los huéspedes de mi hotel con ruidos de sirenas y de motores a través de un megáfono.

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Este año en el que Crivillé y Alzamora son campeones del mundo, ha venido a Jerez más gente que nunca. Pero la amenaza de lluvia ha provocado que se hayan quintuplicado los que han bajado en coche, con lo que los atascos también se han quintuplicado. Cuatro horas después de acabadas las carreras, las salidas del circuito continuaban bloqueadas. El atasco era monumental. Por si eso fuera poco, la lluvia que había condicionado todo el desarrollo del Gran Premio comenzó a caer con fuerza. En poco tiempo se formaron charcos inmensos que atravesaban la carretera y en los que los coches al pasar levantaban cortinas de agua. Los moteros estábamos empapados. La vuelta a los hoteles o el viaje de regreso a los lugares de origen se hizo en condiciones de extrema peligrosidad.

De todas maneras, el viaje mereció la pena. Alzamora nos hizo vibrar con sus apuradas de frenada y su coraje; Crivillé puso vergüenza torera para parar un tren; Checa estuvo hecho un jabato, aunque a mí personalmente me hubiera gustado que se hubiera arriesgado para ganar, a pesar de que hubiera terminado por los suelos; y McCoy, ese australiano bajito al que por su estilo de pilotar derrapando llaman "siempre de lado McCoy", dio espectáculo en todas las curvas hasta que se cayó.

Checa, a pesar de no ganar, estaba satisfecho. Su prioridad era acabar la carrera y sumar veinte puntos en la clasificación del Mundial en la que va segundo.

Yo, a pesar de no dormir, de la lluvia, del atascazo de salida y de otras incomodidades, como los precios abusivos de muchos establecimientos hoteleros, también lo estoy. La magnífica victoria de Alzamora y la segunda parte de la carrera de 500cc, las derrapadas de McCoy y Crivillé, lo compensan todo.

El año que viene volveré.

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