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Trofeo Godó

Ferrero vive su gran día

El levantino elimina a Moyà en un partido vibrante y jugará la final frente al ruso Marat Safin

El día de Juan Carlos Ferrero estaba anunciado. No estaba claro cuándo llegaría, pero nadie dudaba de que este jugador de 20 años de Onteniente lo tendría. Y llegó ayer. Tal vez hoy se repita la historia y obtenga el Trofeo Godó. Pero el partido que ayer ganó a Carles Moyà en las semifinales no lo olvidará fácilmente. Ferrero se impuso al final por 6-4, 6-7 (5-7) y 6-2 en 2 horas y 37 minutos. Hoy disputará la final (15.00, La 2) al ruso Marat Safin, que venció al sueco Magnus Larsson por 2-6, 7-6 (7-4) y 6-3.La pista talismán del RCT Barcelona vivió ayer una de las jornadas que elevan el tenis a la categoría de sublime. Tanto Ferrero como Moyà habían desplegado un tenis de alto nivel durante la semana, pero se reservaron lo mejor de su gama para su enfrentamiento de semifinales. No era un partido más para ninguno de ellos. Ambos sabían que lo que se estaba dirimiendo sobrepasaba los límites propios del torneo barcelonés. Era el duelo de las dos últimas generaciones que ha producido el tenis español, el duelo, además, entre un jugador que ya ha demostrado su clase ganando un Grand Slam (Roland Garros, 1998) y otro que apunta al menos tan alto como él, pero que no ha hecho más que empezar su carrera.

Los dos saltaron a la pista como gladiadores bien armados, preparados mentalmente para un combate en el que estaban dispuestos a entregarse hasta la extenuación. Eran dos artistas que medían milimétricamente las distancias y que tiraban sus líneas con una regla invisible pero certera hasta alcanzar el punto inasumible. Fueron dos grandes tenistas que absorbieron los dos talentos anteriores y convirtieron el tenis en algo épico, en un espectáculo maravilloso.

Al final, como ellos mismos habían anunciado, ganó el que mejor estaba. Se impuso Ferrero, que atraviesa por el momento más impresionante de su carrera profesional. Pudo concluir el combate en sólo dos mangas, porque se anotó la primera tras un punto memorable en el que su rival, Moyà, le devolvió dos smash, pero no pudo alcanzar ya la última derecha del de Onteniente, y controló la segunda con un 5-3 que parecía definitivo. Pero entonces su juventud le traicionó. Acusó la presión y permitió que Moyà ganara la manga en el desempate y volviera a entrar en el partido.

Pero fue un espejismo. En el set final, las cosas se aclararon. Allí volvió a evidenciarse que el mallorquín sigue siendo el jugador de más clase del tenis español. Pero también que físicamente acusa todavía el largo periodo de convalecencia que ha pasado y que en condiciones extremas, como las que afrontó, su rendimiento debe mejorar. La lucha no concluyó hasta el último juego, cuando Moyà desperdició dos bolas de break y dejó que Ferrero se anotara la victoria. Pero a lo largo de aquella tercera manga, la condición psicológica de Moyà no era ya la misma, y por eso perdió la mayor parte de los puntos importantes.

Lo grave es que el esfuerzo de ayer pueda pasar factura hoy a Ferrero en la final. "Juan Carlos no es un robot", se autoconvenció ayer Safin. "No puede jugar así toda la semana. Nunca he visto a un jugador de su edad jugar así. Si lo hace le felicitaré. Pero en mí encontrará a un tenista muy distinto del que ganó [6-0, 6-3] hace unas semanas en la Copa Davis".

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