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Hoy Mustafá, mañana Mohamed

Algunos de los jóvenes magrebíes que han sembrado la alarma vecinal en Lavapiés por sus repetidos hurtos y tirones son tan desconocidos como los extraterrestres. Como carecen de documentación, no se sabe su nombre verdadero, ni su edad, y tampoco su origen, ya que su familia vive a miles de kilómetros y ellos asumen la nacionalidad que más les conviene.Sin embargo, muchos son bien conocidos por el Grupo de Menores de la policía y por los educadores del centro de acogida de menores de Hortaleza. Eso sí, cada vez con un nombre diferente. Hoy Mustafá y mañana Mohamed. Incluso hubo uno que, rizando el rizo del cachondeo, se identificó como Salman Rushdie, el escritor británico de origen indio autor de los Versos satánicos.

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Si uno de estos chavales es detenido por la policía tras cometer algún robo, la primera duda que se plantea es si tiene la mayoría de edad penal, establecida ahora en los 16 años, aunque a partir del 13 de enero de 2001 subirá a los 18.

Ellos dicen siempre que son menores porque saben que, en ese caso, la legislación es menos represiva, y la única forma de certificarlo es el análisis forense a través de una radiografía de la muñeca. La actual Ley de Extranjería establece que, cuando se desconozca la identidad o edad de un menor interceptado por la policía, éste debe ser puesto a disposición del juez de menores para obtener esos datos a través de las pruebas médicas. El inconveniente es que no siempre el forense establece una edad exacta. A veces indica que el chaval puede tener "entre 15 y 17 años", en cuyo caso se le aplicará la legislación más favorable, es decir, la de menores.

Eso supone que, a partir de las pruebas que presente la policía sobre la supuesta comisión del delito, el fiscal pedirá al juez una sanción que puede ir desde la privación de libertad en un centro de menores, nunca en una cárcel, hasta medidas educativas como resarcir a la víctima del daño causado.

Si el juez valora que el delito cometido es suficientemente grave para privar al chaval de libertad, éste es trasladado al centro de acogida de reforma El Madroño.

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Si considera que el daño ocasionado no justifica una medida tan severa, el chico queda en libertad pendiente de juicio. Pero, al tratarse de un menor extranjero sin familia en Madrid, el mismo juez establece que sea el Instituto Madrileño del Menor y la Familia de la Comunidad el que se encargue de su tutela. Eso lleva consigo que el chaval ingrese en el centro de primera acogida de Hortaleza. Y, como se trata de un recinto abierto, no de un reformatorio o una cárcel, es frecuente que el muchacho cene, se duche y se largue. Después, vuelta a empezar con otro nombre.

Si el joven tiene entre 16 y 18 años, ocurre lo mismo. Se le aplica la Ley de Enjuiciamiento Criminal, es decir, la de adultos, pasa a disposición judicial y, si el delito cometido es un hurto o un robo, queda en libertad con cargos.

Al ser menores de edad civil, las instituciones tienen la obligación de tutelarlos y los llevan también al centro de Hortaleza. Después, portazo, carretera y manta.

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