Cerrojazo en Irán
Cada vez que Irán da un paso en el camino de la reforma se produce un movimiento de retroceso. El último es el cierre simultáneo de 14 publicaciones reformistas, entre ellas ocho diarios, decidido por el tribunal especial para la prensa. La semana pasada, el ayatolá Alí Jamenei, supremo líder religioso, acusó a los periódicos aperturistas de ser "bases del enemigo". El enemigo son quienes intentan hacer de Irán un lugar habitable para todos, en lugar de un feudo de los fundamentalistas.La prensa es factor decisivo en la incipiente liberalización iraní. El presidente Jatamí, la voz de la apertura, le debe probablemente su victoria electoral en 1997. El triunfo moderado en las elecciones de febrero fue posible por el clima que una docena de periódicos ha conseguido impulsar en los últimos dos años. Todo ello está en peligro, pese al respaldo explícito de Jatamí a una información libre. O quizá por ello. La ofensiva integrista tuvo un serio aviso con el encarcelamiento reciente por los tribunales clericales del periodista más directo del país, Akbar Ganji, acusado de socavar los valores islámicos. Su delito son una serie de artículos en los que afirmaba abiertamente que altos funcionarios del Ministerio del Interior estaban detrás de los asesinatos de varios intelectuales reformistas. Y acusaba a Hachemí Rafsanyani de haber dado su aprobación indirecta cuando era presidente de Irán.
La ofensiva integrista se produce sólo unos días después de que los Guardianes de la Revolución, cuerpo de élite dominado por los inmovilistas, negaran estar fraguando un golpe para liquidar el reformismo auspiciado por Jatamí. La misma posición del presidente, a quien se critica por su paso de tortuga, comienza a estar comprometida. Jatamí carece de autoridad para purgar los servicios secretos o reformar los tribunales semiclandestinos en manos de sus oponentes. Si el presidente iraní se limita a predicar paciencia mientras sus rivales recurren a métodos cada vez más expeditivos, el precario despertar de su país a las libertades corre peligro de sucumbir ante quienes quieren devolver Irán a los días de plomo del ayatolá Jomeini.
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