África en el olvido

Durante los últimos meses, a raíz de los acontecimientos sociales y políticos que nos ha tocado vivir en Costa de Marfil, busco ávido en las páginas internacionales de los diarios españoles -que nos llegan a diario en titulares a través del correo electrónico- las informaciones que sobre la crisis marfileña aparecen en ellos. Y no sólo sobre la actualidad de aquí. Las recientes elecciones en Senegal, donde se ha producido un cambio de Gobierno, ejemplo para un continente donde la alternancia política no es plato del día; la crisis interminable de Congo con sus incontables "altos el fuego" rotos una y otra vez; de Ruanda, que vive estos días el cuarto aniversario de un genocidio impune todavía en lo que se refiere a los altos responsables, y que dicen se cometió incluso con la aquiescencia de las autoridades belgas; los enfrentamientos interétnicos e interreligiosos de Nigeria.Son éstas, entre otras, sin duda cuestiones de gran actualidad internacional que afectan no a un país, a una sola persona o a un solo niño -cuántas y abundantes las informaciones diarias sobre el "niño balsero"-, sino a todo un continente, a millones de seres, niños muchos de ellos como el referido Elián, que se juegan su porvenir y aun su propia vida en el devenir de estos acontecimientos.

Pues poco o casi nada. Éstas son las referencias que he encontrado en la prensa española a todo cuanto pasa en el llamado "continente negro". Y si miramos la prensa internacional de los demás países europeos, cuánto me temo que sea en todos por el estilo. A excepción tal vez de la vecina Francia, dado el elevado número de ciudadanos de esta nacionalidad y de intereses económicos de que aún dispone en muchos de estos países y que hace que el interés por cuanto aquí ocurre sea mayor que el resto de sus socios comunitarios.

El continente africano es el continente olvidado. Leo con tristeza e incredulidad en EL PAÍS que ni siquiera la inminente hambruna que se avecina en la ya castigada tierra etíope ha suscitado la solidaridad internacional que provocó en los años ochenta. Una tragedia (o deberíamos decir masacre) provocada por los incalificables "señores de la guerra" y por los que los sostienen con el tráfico y la venta de armas a las facciones en conflicto.

Sí, verdaderamente África no interesa, no vende. Todo lo más, resulta exótico, atractivo para "aventureros" en busca de emociones fuertes, para misioneros y cooperantes y para empresas con ganas tal vez de hacer dinero fácil. Y lo que pase con los millones de seres que sufren sólo Dios lo sabe. Que al menos, esperemos, a Él sí le interese.- .