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El avión siniestrado en Filipinas no pidió auxilio por avería técnica

Ninguno de los 131 pasajeros del avión Boeing 737-200 de la compañía aérea Air Philippines que se estrelló en la madrugada de ayer en la isla de Samal, al sur de Filipinas, logró sobrevivir. El aparato, que viajaba de Manila, la capital filipina, a Davao, en la isla de Mindanao, llegaba con retraso por la escasa visibilidad y sobrevoló la ciudad antes de desaparecer de los radares y precipitarse en las montañas de la isla vecina. Los pilotos no enviaron señales de que hubiera fallos técnicos.

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Las causas del accidente siguen siendo, por tanto, una incógnita, puesto que, como aseguró el responsable de la Oficina de Transporte Aéreo en Davao, Frederick Sanfelis, antes del accidente ninguno de los pilotos envió señales sobre un posible fallo mecánico y porque, si bien el aparato era de 1978, en la inspección rutinaria realizada antes de despegar no se encontraron problemas, según fuentes de la compañía aérea. Los equipos de rescate sólo habían conseguido encontrar ayer 50 de los cuerpos -en el avión viajaban 124 pasajeros, de los que 4 eran niños, junto a 7 miembros de la tripulación- y temían no poder encontrar muchos de los cadáveres, ya que éstos habrían quedado destrozados tras la explosión que siguió a la caída del avión.

La mayoría de los pasajeros del avión siniestrado eran familias que viajaban de vacaciones. La compañía aérea comunicó que de una de estas familias murieron seis miembros.

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