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La cumbre del FMI se celebra en Washington en medio de una implacable represión policial

Una masiva y dura demostración de fuerza policial impidió ayer que la cumbre del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington corriera la suerte de la de la Organización Mundial de Comercio (OMC) celebrada en Seattle en noviembre pasado. La reunión se celebró sin grandes problemas, protegida por el mayor dispositivo de seguridad visto en Washington en muchos años. No obstante, miles de personas, en su mayoría jóvenes ecologistas e izquierdistas, se manifestaron en las calles de la capital contra las políticas del FMI y el Banco Mundial (BM), acusadas de beneficiar a las grandes empresas en detrimento de los seres humanos y del medio ambiente.La policía de Washington, que llevaba semanas preparándose para que ayer no ocurriera lo de Seattle, reconoció haber detenido el sábado a 630 personas -frente a las 525 detenidas en Seattle en una semana- por faltas como obstaculizar el tráfico o desobedecer las órdenes de los agentes. Los organizadores de la protesta elevaron la cifra a 900. Mediada la jornada de ayer, el número de detenidos se había elevado en varias decenas. El día anterior, fue tal la cantidad de detenidos que la policía utilizó autobuses escolares para transportarlos a las comisarías.

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En torno a la Casa Blanca y las no lejanas sedes del FMI y el BM, el centro de Washington amaneció ayer tomado por las fuerzas antidisturbios, reforzadas por tanquetas y helicópteros. La policía, que cortaba el paso a los peatones y automóviles que no llevaran credenciales oficiales, repelió en varias ocasiones con porras y gases lacrimógenos a grupos de manifestantes que, en diversas esquinas, intentaban forzar el bloqueo.

En la zonas aledañas a las dos sedes, todas las calles fueron cortadas por los activistas. Pancartas contra el Fondo y el Banco, canciones con ecos de los sesenta, y consignas manifestaban el repudio de los manifestantes contra la mundialización y sus consecuencias. Ante EL PAÍS una chica puso como ejemplo de actuación el caso Pinochet: "Fue maravilloso que la gente asumiera responsabilidades por lo ocurrido en otras partes del mundo", dijo. La mayoría de los manifestantes -unos 10.000-, entre los que había desde quienes enarbolaban la Biblia y citaban al profeta Isaías a grupos anarquistas vestidos de negro, la cara cubierta y portadores de máscaras antigás o chicas con los pechos al aire y el cuerpo pintando con consignas comprendió a mediodía que no iba a repetir su victoria de Seattle, cuando no pudo celebrarse la apertura de la cumbre de la OMC. La mayoría de los ministros y altos funcionarios llegó sin problemas, aunque en la madrugada, a la conferencia. Otros, como el francés Laurent Fabius, llegó con retraso.

El grueso de los activistas se concentró entonces en el Mall, frente a la Casa Blanca, donde unas 6.000 personas participaban en una concentración convocada por el sindicato AFL-CIO. Como en Seattle, era una muchedumbre juvenil, que recuperaba el espíritu de protesta de los años sesenta. Todo tipo de consignas era aplaudida, desde la devolución de Elián González a su padre hasta la liberación del condenado a muerte Mumia Abu-Jamal, presentado como un preso político, pasando por el uso de más fondos públicos para combatir el sida. "FMI más BM igual a cientos de ricos y miles de millones de pobres", decía una pancarta. Otra: "Detened la guerra contra los pobres". Los oradores afirmaban que sus políticas asfixian de deudas a los países pobres, en contra de sus programas sanitarios y educativos, promueven la explotación en el Tercer Mundo y deterioran el medio ambiente.

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