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FÚTBOL 33ª jornada de Liga

Vuelve el drama al Manzanares

El Málaga, con Rufete y Movilla a la cabeza, dio un repaso al Atlético, que sólo pudo conseguir el empate a última hora

Santiago Segurola

Cuatro días después de dispararse una euforia casi incontrolable, el Atlético retornó a la cruda realidad. Frente a un excelente Málaga, sacó un empate dramático que apenas le sirve de nada. Se agota el calendario y el descenso se antoja cada vez más próximo. El Atlético dispone de un escasísimo margen de maniobra, de ahí la desolación que provocó el resultado en el Manzanares.El pesimismo se agrandó por la expulsión de Hasselbaink, frustrado después de su error en el lanzamiento de un penalti que parecía trascendental. Hasselbaink no se recuperó del fallo y pagó su abatimiento con una actuación decepcionante. Su previsible ausencia por sanción puede resultar devastadora para el Atlético, cuya dependencia de Hasselbaink ha sido notoria.

ATLÉTICO 2MÁLAGA 2

Atlético: Molina; Gaspar (Hugo Leal, m.67), Santi, Gamarra, Toni Muñoz (Luque, m.62); Aguilera, Baraja, Valerón (Paunovic, m.70), Solari; Kiko y Hasselbaink.Málaga: Contreras; Rojas (Musampa, m.83), Roteta, Larrainzar, Valcarce; Ruano, De los Santos, Movilla, Rufete; Darío Silva (Luque, m.77) y Catanha. Goles: 1-0. M.5. Valerón, tras un despeje fallido de Rojas. 1-1. M.36. Rufete se aprovecha de un fallo de Gamarra y marca con la izquierda. 1-2. M.51. Catanha bate a Molina tras un contraataque. 2-2. M.81. Solari fusila desde cerca a Contreras tras el rechace de una falta lanzada por Hasselbaink. Árbitro: Alfonso Pérez Burrull. Expulsó a Hasselbaink por lanzar una patada a un rival (m.89). Amonestó a Solari (m.66), Ruano (m.24), Larrainzar (m.63), Roteta (m.69) y Rufete (m.73). Incidencias: Unos 45.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.

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En las cuestiones puramente futbolísticas, el equipo volvió a su lamentable estado, preso de defectos que estuvieron a punto de costarle la derrota. No le faltó entusiasmo, ni desesperación para rebelarse contra la amenaza de la derrota, pero el Málaga le dio un repaso en un partido intenso, de juego racheado, sin tregua.

La tarde vino a confirmar la trayectoria de los dos equipos en la Liga. Desbordante de adrenalina, el Atlético no consiguió maquillar la sensación de debilidad que transmite en cada encuentro. Nada cotiza más bajo que la defensa, empeñada en fracasar frente a cualquier rival. Gamarra dio el cante en varias jugadas, y muy especialmente en el primer gol del Málaga. Cometió todos los errores posibles: se quedó por detrás de la línea defensiva, habilitó a tres rivales y falló en el despeje. Pero si alguien lo pasó mal, fue Gaspar, abrumado por el sensacional Rufete. Gaspar no le ha cogido el punto al puesto de lateral, de manera que se produjo un debate espontáneo en el Manzanares sobre la calidad de Rufete. Se puede discutir si Gaspar le ayudó o no en su partidazo, pero el caso es que Rufete jugó a lo grande por el costado izquierdo. Su repertorio fue espectacular. Hábil, ingenioso, veloz y directo, Rufete se elevó como la mejor expresión de un equipo que superó al Atlético en casi todas las cuestiones.

Dos llegadas explosivas en el arranque del partido vinieron a explicar las intenciones del Málaga. Llegó para ganar y no le importunó el gravísimo error de Rojas en el primer gol del Atlético. Aquel balón corría sencillo para Contreras, que salió confiado de la portería. Rojas se ofuscó y despejó hacia adentro, contra la ley. Sin el portero enfrente, Valerón embocó la pelota. Estalló la fiesta en el Manzanares, todavía bajo los efectos de la victoria frente al Barcelona. Luego el penalti a Solari, alegremente concedido por el árbitro: el derribo se produjo fuera del área. Hasselbaink falló el lanzamiento y allí giró bruscamente el partido.

Ruano, Catanha y Rufete comenzaron a salir como flechas. En el caso de Rufete, cada una de sus incursiones provocaba el temblor de la defensa del Atlético. Por detrás, Movilla rivalizó en importancia con Rufete. Movilla, que no hace mucho tenía que ganarse la vida en la recogida de basura, comienza a hacerse un nombre en el fútbol español, siempre hospitalario para los clásicos volantes centrales. Futbolista de decisiones sensatas e inteligentes, Movilla dirigió el juego del Málaga con una comodidad asombrosa. A su lado, el sólido De los Santos actuó con oficio. Entre los dos, conquistaron el medio campo y lanzaron a sus rapidísimos delanteros.

Los goles del Málaga fueron la consecuencia de una superioridad incontestable. En el Atlético todo era esfuerzo y confusión. Sólo Aguilera hacía daño en sus carreras por la banda derecha. En estos tiempos difíciles para su equipo, Aguilera se ha resistido hasta lo imposible a caer en el abandono. Todo lo contrario. Pocas veces se le ha visto tan pujante en su juego, y hasta sereno para resolver situaciones que parecen difíciles de solucionar en el estado de tensión del Atlético.

Solari se unió a Aguilera en el rescate del equipo local. En los momentos de mayor desesperación, Solari no se achicó. Cuando Antic puso toda la artillería, con Hugo Leal y Luque por Gaspar y Toni, Solari tuvo vía libre para aparecer por todas las zonas del campo. Con un coraje excepcional, se adueñó del centro del campo, empujó al equipo y protagonizó los últimos minutos con un tiro al palo y el gol del empate. Insuficiente, en todo caso, para un equipo que regresa a su dramática realidad.

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