La resurrección política del 'Cavaliere'
A los 62 años de edad, Silvio Berlusconi afronta la escena política con más resolución que nunca. Aquellos que esperaban (o temían, según los casos) que su breve y humillante experiencia de Gobierno, en 1994, o la interminable lista de causas judiciales pendientes (con dos condenas incluidas) le decidiera a regresar a su despacho de Fininvest, el holding familiar que controla Mediaset, principal grupo de televisión privada italiano, se han equivocado de medio a medio.Los momentos bajos del Cavaliere (distinción de la República italiana que comparten muchos empresarios) parecen completamente superados y su posición al frente de la coalición de centro-derecha más sólida e indiscutida que nunca. Desde esa posición de fuerza ha sido capaz de reparar una alianza con la Liga Norte de Umberto Bossi, desgarrada cuando Bossi retiró su apoyo imprescindible al Gobierno de Berlusconi, empujándolo al vacío.
Con la osadía de un empresario acostumbrado a llevar las riendas de sus negocios, Berlusconi ha impuesto la alianza con Bossi a sus viejos socios de la coalición, Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional (el partido ex fascista, reconvertido a la derecha civilizada), y Pierferdinando Casini, del Centro Cristianodemócrata, que no han rechistado. Cuando el pasado invierno intentó sumar el Partido Radical a su concurrida Casa de la Libertad, llegó al extremo de ofrecerse como "garante" de la asociación a sus disgustados socios. La cosa no cuajó, pero no hubo tampoco reproches para el Cavaliere.
El estilo un tanto despótico con que el líder del Polo conduce la política de la coalición de centro-derecha, a despecho de los dos socios menores, no es, sin embargo, privativo de Berlusconi. La tentación está presente en el líder del centro-izquierda, Massimo D'Alema, que en la recta final de la campaña electoral ha hecho un llamamiento personal a los radicales, sin obtener la luz verde previa de los restantes partidos de la coalición.
Al contrario que en el Polo, la disciplina interna no es una de las características del centro-izquierda, y la iniciativa del primer ministro ha quedado semienterrada por una marea de críticas.
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