La mala conciencia del laborismo
Bill Morris, sindicalista negro británico, denuncia el "racismo institucionalizado" del Reino Unido
Tony Blair se llevó ayer una de las sorpresas más desagradables de esta legislatura. Poco amigo de las disidencias en el seno del laborismo, el primer ministro británico leyó atónito en el rotativo The Independent la acusación de "racismo institucionalizado" lanzada contra su Gobierno por Bill Morris, secretario general del Sindicato británico de Transporte.De raza negra y una de las figuras públicas que más han apoyado al partido en el poder, el activista había sido presentado, a su vez, como la demostración palpable de que el color de la piel no cuenta en el Reino Unido de Blair. Las declaraciones publicadas ayer empañan, sin embargo, tan idílica imagen.
En un duro artículo, Morris asegura que Jack Straw, ministro del Interior y uno de los políticos más próximos al jefe del Ejecutivo, parece haber olvidado que la sociedad británica es ya plural en todo, incluida la raza. "Las Naciones Unidas condenaron a los conservadores por haber impulsado la intolerancia racial. Al actual ministro laborista del Interior y a su equipo les toca aceptar hoy su responsabilidad por haber creado un entorno donde semejante falta resulta aceptable", afirma. Consciente de que el efecto de sus palabras de ayer perdurará en la conciencia del Gabinete laborista, Bill Morris lanza en su escrito en tono de alegato auténticas cargas de profundidad contra varias de las decisiones de política social más polémicas adoptadas por Straw en los últimos meses.
"Es una vergüenza que Interior haya decidido pedirle un depósito de 2,7 millones de pesetas a los llegados de India, en cuanto un oficial de fronteras sospeche que el sujeto en cuestión pretende quedarse aquí", afirma en su artículo. "Por no hablar de los bonos para los que esperan una respuesta a su petición de acogida", añade. Morris se refiere a una de las decisiones más controvertidas de cuantas haya tomado hasta la fecha Jack Straw. Para evitar abusos, Interior dejará de mantener económicamente a los que buscan asilo con dinero en efectivo. Cuando precisen alimentos, ropa o cualquier otro artículo de primera necesidad, podrán acudir a las tiendas aprobadas por el Gobierno a depositar sus tarjetas. El cambio que pudiera restar tampoco les será dado. En su lugar recibirán más bonos. En palabras de Morris, este nuevo método "es lo más parecido a la redistribución de la riqueza a costa de los más pobres".
Con una figura musical, lamenta que el Gobierno "tararee la hostil melodía racista contraria a la comunidad negra británica escuchada en el país". Con una queja de la que se ha hecho eco hasta la policía nacional, el líder sindicalista le reprocha directamente a Jack Straw que no haya sabido erradicar el racismo de las fuerzas de seguridad del Estado, "que han admitido padecerlo en todos sus estamentos". Mencionando un solo delito, el asesinato a sangre fría del adolescente londinense Stephen Lawrence, supuestamente a manos de una banda de jóvenes blancos, Morris le hace al Gobierno laborista la única pregunta que suele llevar a Tony Blair a hacer declaraciones de principios a destiempo. "¿Por qué no se convirtió la tragedia del crimen en una oportunidad para modificar las relaciones raciales en el Reino Unido?".
Jack Straw tuvo tiempo ayer de negar que su ministerio le haya fallado al país en este tipo de cuestiones. "La búsqueda de la igualdad racial ha sido siempre prioritaria para mí", dijo. "Tanto, que planea restringir la presencia del jurado en nuestros tribunales. Una medida que repercutirá de forma negativa en los acusados negros", le contestó el que hasta ahora era su aliado político. A pesar de su pronta reacción, lo que no consiguió el ministro laborista fue convencer a Morris de que el equivalente a la Ley de Extranjería no pretende cerrarles la puerta a todos los inmigrantes que busquen asilo en territorio británico.
El sindicalista, que no cede en sus críticas en ningún momento, le pide un único favor al ministro. Si de veras desea ser recordado por su lucha contra la discriminación racial -viene a decirle-, que se olvide de una vez de las xenófobas presiones conservadoras y el miedo a las "invasiones" de asilados. "El Ejecutivo en pleno será juzgado por no haber sabido encauzar la tensión racial", advierte Bill Morris al concluir uno de los pocos artículos que han sacudido de veras al laborismo.
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