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Gil: "Un inspector no podía salvar al club, y yo lo tengo dificilísimo"

Jesús Gil cogió anoche un avión en Málaga, con destino a Madrid, con la esperanza de hacerse hoy cargo del club: "Mi plan es conseguir salvar al Atlético de Madrid, luchar por eso, aunque es un milagro". El presidente de nuevo del Atlético estuvo todo el día en sus oficinas del Club Financiero en Marbella esperando noticias de su procuradora desde Madrid. Gil daba por hecho que le devolverían el club, aunque no estaba nada eufórico. Comentó que "el administrador judicial se despidió de todos los empleados del club y se ha ido". Algo que el presidente consideró imprescindible para evitar el descenso del equipo: "Un inspector de Hacienda no podía salvar al equipo; y yo lo tengo dificilísimo". Evitó pronunciarse sobre si entre los remedios que intentará aplicar al club para salvarle se encuentra la de intentar dar primas a terceros. Se refirió a ellas con una parábola. "Si pudiera comprar mi alma nueva y todo lo que sea, la compraría, pero no lo voy a poder decir". En todo caso, la receta de Gil es "ganar cinco partidos, que tal y como está el tema, es poco menos que un milagro".

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Las diferencias entre el alcalde de Marbella y Radomir Antic son evidentes. El mismo domingo, en la Ser, Gil afirmó que las relaciones del técnico con los jugadores son pésimas. Ahora que retorna al club, Gil pasa por alto el asunto: "Ahora no hay que pensar en si los jugadores están o no con el entrenador, sino en que lo importante es salvar al club, porque estamos en Segunda División".

Para evitar el descenso, Gil se encomendará a los jugadores: "Hay que conseguir una nueva mentalización, crear una ilusión, que el jugador pierda el miedo y que juegue al fútbol". El presidente añadió que empleará sus "dotes de convicción" con los jugadores. Sobre si actuará solo en el empeño o con la complicidad de los dos interventores judiciales que seguirán vigilando sus acciones en el club, Gil fue contundente: "Lo haré con la ayuda de Dios".

Su hijo Miguel Ángel, según informa Diego Torres, se mostró muy cauto a la hora de valorar su regreso al club. Incrédulo, opinó que si ahora le devuelven la gestión del equipo es, en realidad, porque el Atlético está sumido en una crisis deportiva dramática, al borde del descenso.

El descenso, el causante

"Ahora las palabras valen de poco. La situación en la que se encuentra el Atlético es gravísima, y es preciso ponerse a trabajar cuanto antes", aseguró, con tono angustiado. El hijo de Jesús Gil, que nunca perdió su puesto como director general del Atlético, se mostró algo inquieto ante la grave situación que deberá afrontar a partir de hoy y anticipó que uno de sus primeros cometidos será aglomerar a toda la masa social que rodea al Atlético, desde los aficionados al vestuario: "Hay mucho que hacer. Ante todo, debo reunirme con los jugadores y el técnico. Luego, es necesario lanzar un mensaje a la afición para convocar su apoyo cuando más lo necesitamos. Está claro que esta decisión se ha tomado en virtud de los resultados deportivos, en gran medida. Si el Atlético no se encontrara metido en puestos de Segunda no nos lo habrían devuelto".

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