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La cómoda de la abuela

"Chollos, chollos, ya no se encuentran en ningún sitio, pero aquí sí que hay verdaderas oportunidades", comentaba ayer Carmen, una señora de mediana edad del barrio de Indautxu, mientras acarreaba dos mesitas de principios de siglo, realizadas en dos tipos de madera distinta. "Regateando las he sacado por 50.000 pesetas las dos. Y están impecables", se felicitaba. Ella fue uno de los visitantes que ayer acudieron al segundo Desembalaje de Bilbao, que se llevó a cabo en la Feria de Muestras de la capital vizcaína.El llamado desembalaje es un tipo de venta de antigüedades que se realiza a lo largo de todo un día en grandes espacios y a pie del camión de transporte. Así expusieron ayer sus preciados objetos los 152 participantes a la segunda cita de esta singular forma de acceder a las antigüedades en Bilbao. Las furgonetas decoraban la trasera de los puestos que, a modo de rastro, ofrecían su material. Hay que regatear, por supuesto, aunque algunos dueños de puesto lo aceptan mejor que otros. Los precios, de todas formas, se encuentran bastante ajustados, pero el regateo es otro de los atractivos del desembalaje, una actividad que proviene de Francia, donde disfruta de gran tradición, y que se realiza con éxito en Madrid tres veces al año, donde va por la 15ª edición.

En un desembalaje se puede encontrar cualquier cosa con más de 40 años. A primera vista, ayer las piezas más abundantes pertenecían a principios de siglo. Los muebles pueden estar restaurados o sin restaurar, de manera que sea más fácil encontrar esa oportunidad.

"El que me va a echar de casa es mi marido, pero es que no puedo venir sin llevarme algo; el año pasado me ocurrió lo mismo", decía una señora mientras trasladaba una mesita con alas abatibles. La primera edición del Desembalaje cerró sus puertas a las seis de la tarde y mucha gente se quedó fuera, por lo que este año su horario se ha ampliado hasta las 20.00. "Es cuestión de animarse [a comprar]. ¿Quién no tiene 20.000 pesetas para una cena?", comentaba un vendedor a dos indecisos.

En un desembalaje se puede encontrar prácticamente de todo. Desde postales antiguas a 200 pesetas la más barata, hasta cómodas por 200.000 pesetas. Alguno de los puestos se había adecuado a los nuevos tiempos y exhibía los precios en pesetas y en euros: "Estantería de roble inglesa, 1910-1920. 45.000 pesetas, 270 euros".

Había frascos de colonia vacíos, herramientas, llaveros, cristos, yoyas, jarrones, piezas de vajillas, marcos de fotos, azulejos, trajes de novia y de comunión, muñecas antiguas, lámparas, bastones, libros, cajas, botones, calendarios, cunas de madera, singles, muchas mesas y también muchos costureros, y hasta una escafandra.

Los expositores proceden de diferentes puntos de España. El porcentaje más alto, el 24%, procede de Barcelona, seguido de Madrid (16%) y de Vizcaya (13%). El ambiente es distendido y se puede mirar sin molestar.

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