El Septenari
Cabalgando las olas llegó al puerto. Si Raimon de Penyafort, en seis horas viajó de Mallorca a Barcelona sobre su capa y con el báculo como palo mayor, inventando el esquí acuático, si, en vida, caminó sobre el piélago Tiberíades, ¿por qué no pudo venir en 1411, como winsurfista, labrando las marinas ondulaciones, el Santo Cristo del Grau, de la estirpe del agua de la vida? Con el pregón, en santa María del Mar, comienzan hoy -primer dolor: fou gran dolor, Simeó profetitzà, per un coltell de dolor, vostre cor han traspasat y día de san Joan de Organyà per dolors de cap curar, se troba remei en vós- las fiestas del Negret -también los marineros de Alicante se aclaman a su Negret-, que culminarán el proletario mayo. Los rojos lo salvaron de la quema, a base de emparedarlo, durante la guerra del 36, con la Geperudeta, que es de su quinta, el dorado siglo XV.Acuosas lágrimas de madre junto al hijo crucificado, corda i poal, se contemplan desde hoy en algunas iglesias valencianas: Stabat Mater dolorosa juxta crucem lacrimosa, dum pendebat Filius. Es el septenari de la Marededéu dels Dolors, propagado a todo el país por Siervos de María, pero, sobre todo, por franciscanos descalzos; apenas se conserva; son los restos de un naufragio, que cortó de raíz las aportaciones populares a la liturgia; un testimonio más de la incapacidad de encarnarse en nuestro pueblo de la Iglesia. Una función, entre votos particulares y comunales, polifonías popularizadas y miles de cirios implorantes, incienso, capas y salves, privilegios papales y exposiciones mayores para repasar siete momentos dolorosos de la vida de la Virgen, traspasada con siete espadas, que ya motivaban a un devoto Jaume I: Mare de Déu, prec-vos per les set alegries e per los set dolors que hagés del vostre carfill.
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