Donostia Kultura programa un ciclo en homenaje al guionista Rafael Azcona
El pase de la película El pisito, de Marco Ferreri, abrirá hoy (20.15) el ciclo Nosferatu con el que Donostia Kultura rinde homenaje a Rafael Azcona, considerado como el guionista más importante del cine español de todos los tiempos. La programación, que se prolongará hasta el próximo mes de julio, contempla la edición de una revista que sintetiza su trayectoria y la proyección en el teatro Principal de San Sebastián de un total de 14 títulos de realizadores como Saura, Trueba o García Berlanga.
El ciclo, presentado ayer por el responsable de cine del patronato, José Luis Rebordinos, supone la materialización del convenio de colaboración suscrito por Donostia Kultura y la Filmoteca Vasca y la oportunidad de asistir al pase de películas que han escrito la historia cinematográfica de este país. Azcona, que amó antes la literatura que el cine, que escribió en publicaciones como La Codorniz y fracasó en sus tres primeros proyectos para la gran pantalla, debutó con El pisito. La película revolucionó el cine español, como apunta Jesús Angulo en su artículo de la revista Nosferatu, que incluye una extensa entrevista con el guionista. Azcona rompió aquí con "el trasfondo amable del neorrealismo a la española" y ofreció "un retrato de la realidad repleto de negrura". El guionista, nacido en Logroño en 1926, ha trabajado con destacados realizadores españoles; escribió el guión de Plácido (1961) o El verdugo (1963), de Luis García Berlanga; dejó su impronta en Un hombre llamado flor de otoño (1978), de Pedro Olea; La prima Angélica (1974) de Carlos Saura; El rey del río (1995), de Manuel Gutiérrez Aragón, o El año de las luces (1986), de Fernando Trueba, entre otros títulos. Todos se incluyen en este ciclo que proyectará la copia completa de Tamaño natural (1974), de Berlanga, y La grande bouffe (1973), de Ferrari, con subtítulos en euskera.
El ciclo contará con la presencia de algunos de estos directores, aunque no con la del protagonista. Azcona no es amigo de las apariciones públicas. Ni siquiera acudió a recoger el Goya de honor en 1998. Prefiere dedicar su tiempo a usar su humor negro para retratar a las clases medias o hablar del desencuentro entre los dos sexos.
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