Un valor que no mide el dinero
Para el pintor Luis Rapela, las tarjetas de crédito o la venta por Internet son demasiado modernas. Este artista gallego nacido en 1955 ha optado por el método comercial más antiguo, el trueque, para dar salida a su última producción pictórica en una muestra llamada Dos homes que fuxen (De los hombres que huyen, en gallego). Los interesados en conseguir un cuadro suyo sólo tienen que acudir al centro Caleidoscopio de Móstoles (196.500 habitantes) y ofrecer cualquier producto para cambiar. La única condición que se pone al adquirente de las obras es llevar mercancías en buen estado y cuyo valor sea "razonable" para cambiarlo.Rapela expone 116 obras, de las que cerca de un centenar son pequeños cuadros de unos 30 centímetros de alto. "En principio, no tengo interés en llevarme ninguna ganancia. Puedo aceptar casi todo lo que me propongan. Como es lógico, no sirve que una persona vaya a una tienda de veinte duros y traiga cualquier cacharro", explica el autor. Éste se ha documentado en libros de historia sobre la Edad de Piedra y asegura que el trueque ya está documentado en esa época. "De lo que se trata es de que ninguna de ambas partes salga perjudicada en el cambio. La idea funcionó siempre, hasta la invención del dinero", concluye. Hasta el jueves por la tarde se habían trocado una veintena de cuadros de pequeño formato y la gente había dado piezas de cerámica, dos esculturas, un catálogo de Tàpies, un equipo fotográfico, lámparas y libros. "El abanico de posibilidades es muy grande y no se ha especificado nada por parte del autor. Además, la gente se cree que sólo se cambian los cuadros de pequeño formato, pero en esas condiciones entran todos", señala Jesús Vizuete, el encargado de hacer los trueques.
Los cuadros pequeños podrían costar hasta 30.000 pesetas en cualquier galería de la capital. Los de gran formato (alguno roza los dos metros de alto) alcanzarían incluso en el mercado madrileño hasta las 800.000 pesetas, según el autor. "Elegí el trueque para esta exposición porque la gente que vive en Móstoles no tiene grandes galerías ni centros culturales en los que expongan las grandes firmas. De esta forma, la gente puede conseguir una obra de arte sin tener ese inconveniente en que muchas veces se convierte el dinero", señala Luis Rapela, "en principio, iba a limitarse a los vecinos de Móstoles, pero luego nos pareció muy duro pedir el carné de identidad y decidimos abrirlo a todo el mundo".
Es la primera vez que se presentan en Madrid los cuadros que expone este artista. Se inscriben en la corriente expresionista y dentro de "su escuela pobre", tal y como la define el artista. "Utilizo todo lo que está en mi mano. Cojo telas manchadas y usadas, latas aplastadas y lo que está a mi alrededor. Ahora apuesto sobre todo por el negro y el blanco como esencia del color", confiesa. Para crear las texturas mezcla óxidos, alquitrán, mármol o cristal, además de objetos encontrados o las citadas telas.
Dos homes que fuxen. Centro Cultural Caleidoscopio (avenida de Carlos V, 3), Móstoles. Hasta el 29 de abril. Entrada gratuita.
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