20 años de AI

Se ha celebrado estos días la conmemoración de los 20 años que Amnistía Internacional está implantada en Valencia. Javier Sádaba, Ignacio Ramonet y otros descollantes intelectuales le han tomado el pulso a los derechos humanos en el mundo, diagnosticando su estado de salud, que no es ni de lejos tan eufórico como puede hacernos creer el clima felicitario que priva por estas latitudes. La crónica del horror, a menudo fechada en lejanos países, parece que nos exime de ensayar algo más que un gesto compasivo con las remotas víctimas. Sin embargo, el único fenómeno realmente global, revelador de que ni de coña hemos llegado al fin de la historia, es la conculcación permanente de los citados derechos, la vigencia de la pena de muerte y de la tortura, incluso en sociedades aparentemente civilizadas y con vitola democrática. Aquí mismo, y no es necesario recordar el espasmo racista de El Ejido, a poco que nos rasquemos la epidermis, afloran los demonios insolidarios y hasta la nostalgia del garrote vil. Las gentes de Amnistía tratan de alertar nuestra projimidad. Alistémonos.