España mantiene sus mejores constantes
Dos goles de Alfonso y Abelardo, a la salida de sendos saques de esquina, premiaron el mejor juego de los de Camacho
La selección española mantiene su prestigio después de un encuentro interesante que se resolvió en la segunda parte, cuando la imaginación se impuso al hermetismo dominante en el fútbol italiano. Poco importa que los goles llegaran tras dos córneres, dos jugadas perfectamente resueltas por Alfonso y Abelardo, cabeceadores de primer orden. Todo eso ocurrió durante el periodo de considerable autoridad de España, que permaneció firme en las constantes que la han presidido los últimos meses: un juego de alta elaboración, inteligente y punzante. A día de hoy, todas las señales indican que la selección está obligada a cumplir un papel protagonista en la Eurocopa.Los dos equipos estuvieron en lo suyo, como era previsible. Italia y España representan dos maneras casi antagónicas de entender el fútbol, por los menos en los últimos tiempos. Cada uno en su estilo, ofrecieron un buen partido, sin concesiones. Hubo bastante choque y mucha pierna, cosa que habla de la intensidad del encuentro, dirigido por la selección española en la medida de lo posible. Su interés por la posesión de la pelota fue indiscutible. No le resultó sencilla la empresa por la aparatosa defensa italiana, con un centro del campo laborioso, sin fantasía, en la línea última de un fútbol que ha decidido jugarse en las dos áreas y ha renunciado al juego en el medio. Ahí radica una de las diferencias esenciales entre los dos estilos. Mientras España utilizó hasta donde pudo a Guardiola, Valerón y, muy especialmente, a Fran, Italia buscó la recuperación, los rechaces y los contrapiés de los laterales españoles. Italia aprovechó unas cuantas cabalgadas de Velasco para buscar por allí sus contragolpes, siempre amenazantes. Fiore desaprovechó el primero y Molina desbarató con autoridad un mano a mano con Inzaghi, que entró como un avión por el callejón de Velasco.
ESPAÑA 2ITALIA 0
España: Molina (Cañizares, m.46); Velasco, Abelardo, Paco, Aranzabal (Juanfran, m.74); Etxeberria (Rufete, m.63), Guardiola (Helguera, m.77), Valerón (Engonga, m.82), Fran; Urzaiz (Alfonso, m.46) y Raúl (Munitis, m.77).Italia: Buffon; Cannavaro, Ferrara, Maldini; Fuser (Zambrotta, m.46), Ambrosini (Gattuso, m.60), Di Biagio (Tacchinardi, m.46), Pessotto (Pancaro, m.74); Fiore (S.Inzaghi, m.60); F.Inzaghi (Delvecchio, m.46) y Del Piero (Totti, m.46). Goles: 1-0. M.60. Córner desde la derecha que bota Guardiola y Alfonso cabecea. 2-0. M.80. Córner que saca Fran desde la izquierda y testarazo de Abelardo. Árbitro: Claude Colombo (Francia). Mostró tarjeta amarilla a Totti. Estadio Olímpico de Montjuïc. 53.600 espectadores. Prácticamente lleno. Partido amistoso de preparación para la próxima Eurocopa. Rufete, jugador del Málaga, y Juanfran, del Celta, ambos de 23 años, debutaron con la selección española.
Había órdenes muy precisas de taponar a Guardiola, como ocurre desde que la selección española es alguien en el fútbol. Zoff destinó a Fiore, que hizo de guardia de la porra. No hubo grandes novedades, por lo demás. El técnico italiano alineó a tres centrales, dos carrileros, un dique de tres centrocampistas y los dos delanteros de la Juve. Con ese dibujo fracasó en el Mundial de Francia, pero los italianos no parecen muy dispuestos a la revisión de su fútbol. En cualquier caso, se trata de un equipo que evita el protagonismo sin disimulo. Su intención es sacar el máximo provecho de los desequilibrios tácticos de sus rivales, sobre todo de los rivales de juego elaborado.
España mantuvo sus constantes. Jugó preferiblemente en corto, buscó la elaboración en el medio y la apertura a los lados. Fran cumplió un papel destacadísimo, con clase y generosidad. El bloqueo decretado sobre Guardiola obligó a Fran a manejar el juego desde el callejón izquierdo. Estuvo impecable porque su trabajo no resultaba sencillo. Los italianos mantenían las líneas muy juntas, y lo que menos sobraban eran espacios para tirar un regate o sacar un pase decente. Pero como no hay sustituto para el talento, el interior español encontró espacio y tiempo para desestabilizar a la defensa italiana. De paso se vieron algunas ocasiones: un remate de Raúl que rechazó Buffon, un zurdazo de Guardiola, un tiro de Urzaiz. Pero lo que predominó fue la insistencia de España por llevar el juego al campo italiano, preferentemente al área. Por supuesto, el asunto se hizo difícil. Un error bastante común en el primer tiempo radicó en la utilización abusiva de los laterales sobre los extremos. Error explicable porque Maldini dio un curso de oficio y autoridad sobre Etxeberria, que no pudo desbordarle nunca. Desde atrás llegaba Velasco, que cerraba todas sus jugadas con un centro demasiado frontal. Para los expertos defensas italianos no resultó complicado desactivar ese recurso. Urzaiz no logró cabecear un solo centro. Tampoco fue fácil encontrar a Raúl, abrumado por la columna defensiva italiana. Pero todo cambió en la segunda parte.
La definitiva incorporación de Guardiola y Valerón a las tareas creativas inclinó el campo. España comenzó a desplegar el juego que acostumbra, y sobre ese aspecto no hay dudas: se trata de una de las selecciones más atractivas del planeta. La mayoría de los jugadores están en la misma frecuencia de onda, gente imaginativa, con un punto intrépido y sin los complejos que tanto daño han hecho a nuestro fútbol. Si se trataba de medir los dos modelos, el español salió ganador frente a otro que se ha vuelto demasiado hermético. Se vio claridad en el segundo tiempo. Italia no era capaz de poner en el campo a jugadores como Raúl, Guardiola, Valerón, Fran y Alfonso, cuya actuación fue sobresaliente. Conectaron todos en lugares incomódisimos para la defensa italiana, contrariada por la querencia de Alfonso y Raúl en buscar las zonas blandas. Los centrales italianos no sabían si salir o quedarse, y lo mismo ocurrió con el trivote de mediocampistas. Dudaban en tapar a Guardiola y Valerón o ayudar en el marcaje de Raúl y Alfonso. Duda que resultó letal para el equipo italiano, que se vio reducido a escombros durante muchos minutos. Pero como el fútbol siempre guarda sorpresas, los goles vinieron por otra vía: dos córneres, resueltos maravillosamente por Alfonso y Abelardo que pusieron en el marcador la distancia justa que hubo entre los dos equipos.
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