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MUJERES

De prostituta a diputada

Nicole Castioni, suiza nacida en Ginebra a finales de los años cincuenta, es hoy diputada en el Parlamento, juez asesora, madre de dos hijas, autora del libro Le soleil au bout de la nuit y guionista de un telefilme en preparación inspirado en su vida. Veinte años atrás ese presente era inimaginable. Entonces Nicole se hacía llamar Gilda y ejercía la prostitución en París, en la rue Saint-Denis."Cuando marché de Ginebra fue para reunirme con Jean-Michel, en París. Estaba enamorada de él y él me hacía regalos, me llevaba a hoteles de lujo, viajábamos en Ferrari. La primera vez que me pidió que me acostase con otro fue como pidiéndome un favor, para pagar una deuda. Entonces yo ya había comenzado a consumir cocaína. Luego, alternando obsequios, golpes y droga, me hizo saber que iba a trabajar en Saint-Denis, que su madre tenía un apartamento allí y que yo iba a acostarme con los clientes en ese lugar", explica mientras recuerda su primer vestido de guerra, "negro, con desgarros, como si alguien acabase de agredirme".

Durante cinco años Nicole fue Gilda. "Cuando estás dentro del mundo de la prostitución piensas que es imposible escapar". Y lo cierto es que sólo logró hacerlo "gracias a que enfermé de hepatitis, lo que me obligó a regresar a Ginebra, a casa de mis padres". Éstos nunca supieron de qué infierno volvía la hija. "El mono también me lo pasé sola". No era la primera vez que los padres no se enteraban de nada. "Entre los 8 y los 13 años un amigo de la familia abusó regularmente de mí". Ella no comprendía el sentido de los juegos y toqueteos que le proponía aquel hombre casado y con hijos. A partir de los 13, Nicole empieza a salir con un fotógrafo. "Quería ser top-model, ganar concursos de belleza. Mis dos hermanos mayores tenían que estudiar, sacar buenas notas, pero a mí me bastaba con ser guapa. Mis padres creían de verdad que el destino de una chica era el matrimonio. Me ha costado mucho darme cuenta de que su ceguera tenía que ver con ese punto de vista". La ceguera también la compartía en parte la propia Castioni, que al dejar de ser Gilda se vio confrontada a otra realidad. "Cuando busqué trabajo el primero que encontré fue como telefonista y ganaba en un mes lo que antes conseguía prostituyéndome en un día. Es difícil no desanimarse", concluye.

Una estadística estadounidense afirma que el 85% de las personas que se prostituyen han sido violadas durante su infancia. Pero a Nicole Castioni las generalizaciones estadísticas le parece que sirven de muy poca cosa. "Es un mundo cerrado, aparte. En la calle conocí a muchas chicas pero de la gran mayoría de ellas desconozco el nombre verdadero, de dónde eran, su dirección."Hace unos años quise volver a Saint-Denis, saber de mis antiguas compañeras. Muchas de ellas seguían allí y vinieron a hablarme. Estaban convencidas de que me había casado con un hombre rico. Cuando supieron que era diputada y juez asesor me hicieron el vacío. Eso era traicionarlas mientras que la boda con un millonario no, la boda era el final feliz de un cuento".

Pero boda también la hubo. "Me he casado dos veces. Mi primera relación se acabó en buena parte porque el peso de mi pasado nos hizo daño. Ahora vivo con un arquitecto del que tengo dos hijas". ¿Qué saben ellas de la difícil juventud de su madre? "La mayor, que tiene 12 años, ha leído mi relato autobiográfico. De entrada, lo que la sorprende es que su madre haya podido tener otra vida antes de que ella naciera. Los problemas sexuales no puede comprenderlos porque es demasiado pequeña pero sí se da cuenta de que no he sido feliz, que he sufrido".

Entre sus compañeros del partido socialista, entre los otros diputados, entre los electores, Nicole es muy apreciada. La gente admira su valor, el de haber escapado de la rue Saint-Denis y el de haber aceptado contar su experiencia. "Pero no quiero que me conviertan en madame Prostitución. Lucho contra todas las formas de esclavismo. Vender el cuerpo es sólo una de ellas". Además lo que ella vivió ya no se repite en términos idénticos. "Yo me prostituí por amor, porque quería a mi macarra. Entonces la prostitución era un pequeño negocio pero hoy tiene mucho que ver con el tráfico de drogas y el de armas". De ahí que 300.000 mujeres procedentes del este de Europa hayan invadido estos últimos tiempos las calles y burdeles de la Europa rica. La mayoría de ellas llegan tatuadas, con la marca de la familia a la que pertenecen. Antes las han sometido a diversas torturas y mutilaciones -les cortan alguno de los dedos de los pies- para meterles el miedo en el cuerpo y que sepan lo que les espera si intentan escapar a sus protectores.

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