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Tras el triunfo de la derecha

Las elecciones del 12 de marzo, las últimas del siglo XX, pusieron en cuestión dos de las reglas que han servido para explicar el comportamiento de los catalanes ante los comicios generales a lo largo de todo el siglo: que una formación de derecha de obediencia española está condenada al fracaso en Cataluña y que esta comunidad vota mayoritariamente a la izquierda. Nunca, desde la época de la Restauración, el bloque de derechas había alcanzado el 50% de los sufragios en unas generales en Cataluña ni había superado con tanta claridad -ocho puntos- a las izquierdas con representación parlamentaria. También hay que remontarse a la época de la Restauración para encontrar una fuerza conservadora no catalanista con más del 20% del voto en Cataluña, cuando el PP logró casi el 23% el 12-M. EL PAÍS ha pedido un análisis de los resultados electorales en Cataluña a políticos, historiadores y politólogos.JOAN BOTELLA

Catedrático de Ciencia Política UAB

El considerable incremento del PP es uno de los hechos más relevantes. Pero hay que relativizarlo: en primer lugar, Cataluña es donde hubo más abstención y en donde más creció. Esto significa que en torno al 15% del censo ha votado al PP; es importante, pero no es mucho más que en otras recientes elecciones. En segundo lugar, el PP se ha normalizado en varios sentidos. Sociológicamente, el electorado del PP és mucho más popular que en el pasado: su penetración en la Región I [Barcelona] hace que haya dejado de ser un partido de la Bonanova. Políticamente, lo que ha hecho el Gobierno del PP en los últimos años no ha chocado con un cierto anticonservadurismo ambiental dominante en Cataluña y además, gracias a su colaboración con CiU -en el Congreso y en el Parlament-, ha entrado en la normalidad del juego político. El crecimiento del PP en Cataluña, a diferencia de otras zonas de España, ha sido en porcentaje sobre el censo y, por tanto, en cifras absolutas. En buena parte, este crecimiento se ha correspondido con retrocesos más marcados del PSC, que ha retrocedido más que el PSOE.

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La izquierda, en fuera de juego

VIENE DE LA PÁGINA 1 JOSEP FONTANA

Catedrático de Historia de la UPF

El análisis es forzosamente complejo porque se mezcla el eje izquierda-derecha con el eje españolista-catalanista. Esta intersección hace confuso lo que representa CDC, que nació como socialdemócrata. Bastante gente no debe de tener claro si CiU es de derechas o no. El PP de Cataluña ha crecido en áreas de trabajadores de la conurbación de Barcelona que hasta ahora votaban a la izquierda. ¿Por qué ahora no lo han hecho? Es una de las grandes cuestiones que hay que responder. Este fenómeno también se ha producido en Francia y Gran Bretaña. Hay que analizar bien qué votan o por qué no votan estas capas trabajadoras. Hasta ahora, la izquierda ganaba las elecciones esgrimiendo el prestigio del pasado, pero su mensaje electoral era casi indistinguible del de la derecha. Esto se ha acabado. No se puede vivir más de lo que se ha sido en el pasado.

MAX CAHNER

Ex consejero de Cultura

No se puede decir que las izquierdas siempre ganaban en Cataluña. En las generales, sí; pero no podemos olvidar que no pasa lo mismo en las autonómicas. Y la clave nacional tampoco está tan clara. A diferencia de lo que ocurre en el País Vasco, los socialistas tienen en Cataluña una posición ambigua: coexisten desde los llamados capitanes, que no se diferencian del PSOE, hasta posiciones catalanistas como las de Joaquim Nadal y Pasqual Maragall. Lo que sí es cierto es que en Cataluña la figura de Josep Piqué ha hecho daño a CiU, porque le ha robado los votantes dudosos. Para este segmento del electorado, Piqué no tiene inconvenientes: lo ven como a alguien de casa. Además, el PSOE y el PP se han beneficiado de una cierta incapacidad de los partidos nacionalistas, demasiado preocupados por sus problemas internos. Creo que todavía se puede hablar de que Cataluña tiene un modelo propio.

JOSEP TERMES

Profesor de Historia de la UPF

En Cataluña ha entrado con fuerza un partido conservador, pero buena parte de estos votos quizá vienen de la izquierda. ¿El 25% que el PP obtuvo en Cornellà representa a la burguesía catalana? ¿Es el voto de la beautiful people? En mi opinión, el resultado del PP tampoco es mucho más que la suma que en su día tuvieron UCD y AP: este segmento se ha situado de nuevo en su techo histórico. Además, creo que CiU no se puede sumar al PP en el bloque de derechas. La mayor parte de los votantes de CiU no son lo mismo que los del PP. Creo que todavía se puede hablar de una Cataluña mayoritariamente progresiva y catalanista. El PP se ha beneficiado de una ola conservadora como consecuencia de la situación española y de un nuevo orgullo español que no es muy distinto del sustrato sociológico que en 1977 y 1979 apoyó a UCD y AP.

JOAN B. CULLA

Profesor de Historia de la UAB

En las elecciones, la derecha de obediencia estatal ha dado un paso más, significativo, en su larga marcha político-electoral en Cataluña. Teniendo en cuenta la composición de la sociedad catalana de hoy, se trata de un proceso inexorable. Lo extraño hubiera sido que el partido que gobierna en España no arrancara en Cataluña. Hasta los años treinta, la sociedad catalana era mucho más diferenciada, y si durante muchos años tuvo un sistema de partidos completamente distinto era, en parte, porque su estructura socioeconómica también lo era. Pero esto ha cambiado. Era inevitable que el PP creciera. Si no lo ha hecho antes es porque aún persiste una cierta idea de que representaba a los herederos del franquismo, además de los errores que hayan podido cometer sus dirigentes. Pero el peso del antifranquismo cada vez tiene menos valor en las elecciones. Ahora el PP gobierna y ha obtenido el certificado de garantía de partido del poder.

También creo que hay que relativizar la aparente hegemonía de las izquierdas, incluso en los años treinta. ERC era un partido transversal, con dirigentes tan burgueses como Josep Suñol Garriga. Lo fundó Francesc Macià, que era, por matrimonio, el primer terrateniente de Cataluña. Posteriormente, partidos como el PSUC y CDC han desempeñado este mismo papel, totalmente interclasista. El izquierdismo ha sido muchas veces más aparente que real.

PILAR RAHOLA

Ex dirigente de ERC y del PI

Es prematuro considerar que la sociedad española y la catalana han cambiado de valores. En Cataluña hay que tener presente el componente nacionalista: una parte importante de la sociedad no vota en la dinámica derecha-izquierda, sino Cataluña-España. CiU tiene secuestrado un voto catalanista que no puede considerarse de derechas, que vota en clave de país aunque después CiU lo administre como derecha. La derecha española se ha normalizado en Cataluña, pero en cotas pequeñas. Creo que Piqué ha fracasado. El PSC y CiU han perdido muchos votos, y pocos de ellos han ido al PP, que se encontraba en el momento de máxima subida en toda España. No obstante, es posible que Piqué acabe siendo el hombre más importante de Cataluña: para ser alguien, habrá que pasar por su despacho. Sin embargo, soy optimista por lo que a Cataluña se refiere porque se está acabando el ciclo de la derecha mayoritaria. Si la izquierda asume como una prioridad la defensa del país, vencerá.

ANTONI GUTIÉRREZ DÍAZ

Ex secretario general del PSUC

No hay duda de que el conservadurismo -mantener lo que se tiene- se ha ido abriendo paso en Cataluña ante la incapacidad del conjunto de la izquierda de ofrecer un conservadurismo progresista; es decir, de dar garantías a la gente de que no sólo no perderá nada de lo que tiene, sino que además mejorará. El conjunto de la derecha ha hecho suyo este mensaje en el conjunto de España. Además, las actitudes materialmente reivindicativas de CiU han provocado una actitud reactiva del nacionalismo español. A menudo se ha reaccionado negando la legitimidad del nacionalismo español, se le ha criminalizado. Es un error: la izquierda nacional catalana tiene que comprender que una franja del nacionalismo español es progresista. No son necesariamente los empresarios los que votan al PP; son sectores populares, muchos de los cuales en el pasado habían votado al PSUC-IC y al PSC. El catalanismo popular propugnado por la izquierda, antes hegemónico, era extraordinariamente solidario con España y profundamente integrador. En cambio, el nacionalismo pujolista, hoy hegemónico, es insolidario y partidista, y facilita la penetración del nacionalismo español entre estos sectores.

BORJA DE RIQUER

Catedrático de Historia de la UAB

En la historia de Cataluña del siglo XX, el triunfo de la izquierda está claramente vinculada a la participación. La izquierda gana cuando vota más del 70% del electorado. Hay electores sociológicamente de izquierdas que son propicios a la abstención. Que finalmente se abstengan o participen depende de la oferta política de la izquierda: parece claro que los candidatos, los programas, los partidos y la actuación de las izquierdas no lograron motivar a este electorado para el 12-M. En cambio, las derechas se han movilizado y el PP ha recogido voto procedente de CiU. En Cataluña no existe tanta tensión identitaria como en el País Vasco y hay un trasvase de voto conservador entre el PP y CiU en función del voto útil de cada elección. Ambos partidos tienen un cierto voto conservador prestado, que se decide por unos u otros sin grandes problemas de conciencia. En cierta forma, el PP ha salido del gueto en que se encontraba gracias a unos electores que han votado en clave española.

MIQUEL ICETA

Dirigente del PSC

Ha habido una victoria de la derecha y un avance de las posiciones conservadoras, pero no creo que sea definitivo. La gente no se ha hecho de derechas, sino que ha habido una desmovilización del electorado progresista. No hemos sido capaces de vertebrar una alternativa creíble y, como siempre ha sucedido, cuando la economía va bien el Gobierno se beneficia de ello. Tampoco creo que haya sido tan excepcional. Si incorporamos en el bloque de derechas al CDS (que en los años ochenta fluctuó entre las posiciones socialdemócrata, liberal-progresista y liberal-conservador), constatamos que entre 1986 y 1993 el centro derecha ya había quedado un poco por encima en Cataluña. Además, el resultado del PP catalán tampoco ha sido magnífico: ha tenido un crecimiento inferior al del resto de España, y ello a pesar de que el PSC ha perdido 400.000 votos y CiU más de 150.000. No obstante, es verdad que el PP se ha normalizado en Cataluña y éste es un proceso que todavía no está agotado: aún puede subir más.

ORIOL BARTOMEUS

Analista del Instituto de Ciencias

Políticas y Sociología

Principalmente, ha habido una desmovilización importante dentro del electorado de centro izquierda que tradicionalmente apoyaba al PSC, en parte por las reticencias que tenía ante el PP. Este sector no ha votado por la buena estrategia del PP y porque no ha visto motivos para hacerlo. Hay hay que tener en cuenta un dato: en cifras absolutas, el bloque entre CiU y el PP pierde peso desde 1993. Respecto a aquellas elecciones, casi 100.000 votos. De forma que el retroceso de la izquierda se explica por la abstención. El tiempo dirá si se trata de un fenómeno coyuntural, pero parece claro que hay unos 500.000 votos en el aire, que en el resto de España hubieran respaldado al PP pero que en Cataluña todavía no se han atrevido a hacerlo. El PP catalán tiene este espacio todavía por capturar y aún es pronto para saber si CiU y el PSC pueden recuperarlo. Otra novedad es que ahora ya podemos decir que en las generales Cataluña tiene un sistema de tres partidos. En cambio, en las municipales y las autonómicas, el sistema es de dos partidos.

ÀNGEL CASTIÑEIRA

Profesor de Ciencias Sociales de

ESADE y director de la revista 'Idees'

Para explicar las posiciones ideológicas de los catalanes hay que tener en cuenta dos ejes: derecha-izquierda y Cataluña-España. Creo que no es del todo correcto agrupar al PP con lo que tradicionalmente ha representado CiU, que ha disputado votos al PSC y a ERC. Además, el criterio de voto no ha respondido tanto al eje ideológico como a la voluntad de continuar una gestión o un ciclo económico que se ha percibido como favorable. El PP, por tanto, tiene una oportunidad de oro para demostrar que es un partido moderno y centrado, y en Cataluña, que el efecto Piqué significa ir más allá de la idea de "España, nación plural". El efecto Piqué aún está por llegar. Si juega bien sus cartas, puede dañar a CiU, lo que no quiere decir que la mayoría de los militantes del PP estén en esta línea.

JOSEP LLUÍS CAROD ROVIRA

Secretario general de ERC

Paradójicamente, los conservadores han utilizado un lenguaje más propio del patrimonio de las izquierdas -como futuro, progreso y modernidad- y han dado la sensación de seguridad y estabilidad. En cambio, el principal partido progresista se ha visto más ligado al pasado y, por tanto, se ha mostrado más conservador: presentó los nombres de siempre, sin pedir disculpas a la sociedad por sus antiguos problemas. En Cataluña ha habido un traspaso de voto del PSC hacia el PP, que por primera vez presentaba a un candidato para competir realmente con CiU, alguien a quien los electores convergentes pudieran reconocer como a "uno de los nuestros" y que les permitiera plantearse ir a Madrid sin intermediarios. Por primera vez, el PP forma parte del paisaje normal en Cataluña. Hasta hace poco, parecía que casi se le votaba a escondidas, y esto ya no es así. No obstante, el sistema de partidos en Cataluña continúa siendo distinto.

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RAFAEL RIBÓ

Presidente de IC-V

Es muy sintomático que el aumento de la abstención en Cataluña haya sido el doble de la media española. Nunca antes había sucedido y lo leo en clave de conformismo social. Muchos de los abstencionistas son gente de izquierdas, pero sienten que ya les va bien que gane el PP. El PP ha crecido en Cataluña realizando una política en nombre de España, lo que desmiente algunos de los planteamientos clásicos. Además, todavía tiene mucho espacio para crecer. Por la mera inercia del prestigio adquirido en el Gobierno, el PP catalán puede dar un gran salto adelante en las próximas municipales. Esto nos obliga a reconsiderar a fondo toda la operación en favor del cambio en Cataluña. Las elecciones han sido un toque de alerta para la izquierda.

JOSEP MARIA VALLÈS

Parlamentario de CpC

Se abren interrogantes que no cuentan todavía con respuesta solvente. Hay que aguardar a los imprescindibles estudios poselectorales, más allá del comentario de urgencia. A modo de ejemplo: ¿disminuye el electorado fiel a un mismo partido a lo largo de sucesivas elecciones? ¿aumenta, en consecuencia, el ciudadano partidario del zapping electoral, que se inclina por opciones diferentes -incluida la abstención o el voto en blanco- según la consulta? La comparación entre las elecciones locales, autonómicas y generales parece sugerir que este elector es cada vez más numeroso con relación a periodos anteriores. ¿En qué franja del espacio político abunda más este electorado volátil (o emancipado) con respecto al electorado fiel (o cautivo)? El comportamiento volátil parecía ser más propio de quienes se autoclasificaban en un centro indefinido, pero hay elementos ahora para deducir que la práctica se extiende también entre los que se ubican en la izquierda de la escala. ¿En qué medida el sector de electores emancipados (o volátiles) traspasa sin problemas las fronteras convencionales entre derecha e izquierda? A primera vista, parece ir en aumento el número de quienes ignoran esta frontera, en contraste con momentos en que los trasvases se daban sólo dentro de un mismo sector del espacio político. ¿En qué medida se traspasan ahora también las fronteras convencionales entre catalanismo y españolismo? De nuevo el análisis comparado de las elecciones de 1999 y de 2000 deberá orientarnos sobre estas tendencias. ¿Tienen perfil característico los votantes más proclives a la transgresión de fronteras? ¿O se reparten por igual entre todos los sectores del electorado? La respuesta a estos interrogantes debería influir sobre la futura estrategia de los partidos -PSC, CiU, IC- que han tenido resultados menos favorables.

JORDI SÀNCHEZ

Fundación Jaume Bofill

Los resultados del 12-M evidencian el fracaso del pujolismo, entendido como proyecto nacionalizador en Cataluña, para retener el voto procedente de un espacio social de centro y evitar que se desplace hacia el españolismo. Los 20 años de Pujol no han servido siquiera para prevenir el crecimiento del voto españolista. Además, los resultados demuestran que las formaciones de izquierda, cuando se planteen su futuro y reformular el catalanismo, deberán tener en cuenta este eje del catalanismo-españolismo y el peligro de los votos de tinte español.

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