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Carme Riera retoma la historia de los judíos conversos de Mallorca en 'Cap al cel obert'

Seis años después de publicar Dins el darrer blau, la primera incursión de Carme Riera (Palma, 1948) en el mundo de los judíos conversos de Mallorca, la escritora acaba de ver editada su prometida continuación. Se titula Cap al cel obert (Editorial Destino) y en ella retoma la genealogía de una de las protagonistas de la primera novela, Isabel Tarongí, un siglo y medio después. En Cap al cel obert se entrecruzan los destinos de dos ramas de la descendencia de Tarongí, repartidos en las islas de Cuba y de Mallorca de mediados del XIX.

En la primera novela, a la que Riera llama simplemente Blau, la escritora quiso hacer un alegato en defensa de la tolerancia, del diálogo y en contra del dogmatismo. En esta segunda, se ha concentrado en el azar: "Toda la novela es una meditación sobre el azar. Sobre cómo el hecho de estar en un sitio en un momento determinado hace que cambien las circunstancias". En el caso de la rama cubana de la familia, que se ha cambiado el apellido xueta Fortesa por el de Fortalesa -"para emprender una vida que no les estigmatice"-, estas circunstancias les han vuelto esclavistas. ¿De perseguidos a perseguidores? "Los humanos somos tan complicados que en una generación podemos ser víctimas y en la siguiente, verdugos. O al revés", responde. En el caso de la rama mallorquina, el azar está personificado en Maria Fortesa. La muchacha tiene en principio reservado un papel secundario como acompañante de su hermana, casada por poderes con uno de los Fortalesa, en un viaje a La Habana. Sin embargo, tras la muerte de ésta, Maria acaba convertida en protagonista absoluta, en esposa del patriarca de los Fortalesa y en "víctima de la historia". Víctima del destino, pero también víctima de una familia rencorosa y de los tejemanejes políticos y económicos de una Habana convulsa, en los tiempos anteriores a la guerra de Cuba.

Todo ello está envuelto en sucesivas capas de misterio: "Pienso, no sé si lo he conseguido, que he organizado el libro a partir de un crescendo que te deja intrigado al final de cada capítulo". En este sentido, opina, Cap al cel obert tiene más materia para atrapar al lector que Dins el darrer blau.

Es, también, la novela que considera "más cinematográfica" de cuantas ha escrito. Además de la estructura de muchos de los capítulos, "concebidos a modo de secuencia", esta calidad cinematográfica se percibe en la descripción, tanto de personas como de ropas, de casas y jardines, y de tonalidades de paisajes. "He estado en Cuba desde casa, con todos los libros cubanos y un mapa de la isla colgado de la pared. He leído mucha bibliografía y he investigado desde los tipos de carruajes que se utilizaban en 1850, las diferencias entre un quitrín y una volanta, por ejemplo, hasta como vivían los esclavos domésticos", explica.

El vocabulario ha sido, también, objeto de una investigación similar a la que emprendió para reproducir, en buena parte, el habla de los mallorquines del siglo XVII en Dins el darrer blau. En esta ocasión, la autora asegura: "He intentado que la lengua se pudiera entender perfectamente ahora, pero utilizando palabras del siglo XIX".

Aunque no lo afirma con rotundidad, con Cap al cel obert, Riera parece haber puesto punto y final a sus incursiones en la suerte de los descendientes de los judíos de Mallorca.

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