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Blair aumenta el gasto social en un Presupuesto diseñado para la próxima campaña electoral

El Gobierno de Tony Blair rompió ayer una larga tradición política en el Reino Unido: sin recortes de impuestos no se ganan elecciones. Gordon Brown, el ministro de Hacienda, presentó unos Presupuestos para el próximo ejercicio (que comienza en abril) sin rebajas fiscales de importancia, pero a cambio ofreció aumentar el gasto social, especialmente en educación, transporte y sanidad, lo que ayudará al Partido Laborista en la próxima batalla electoral. Aunque Blair no necesita convocar elecciones hasta 2002, todo el mundo da por supuesto que se celebrarán el año que viene.

La buena marcha de la economía británica, que según Brown crecerá entre un 2,75% y un 3,25% este año, permite al Gobierno de Londres cuadrar las cifras, prometiendo un aumento del gasto sin subir los impuestos, que de hecho bajarán levemente para las familias y las pequeñas empresas.El responsable de Hacienda británico confía en que a pesar de que dejará de ingresar 1.165 millones de libras (unos 315.000 millones de pesetas) este año por las rebajas fiscales, el Estado no tendrá déficit, sino superávit: 12.000 millones de libras (3,2 billones de pesetas).

Este buen estado de las cifras le permite a Blair atender las necesidades macroeconómicas (la deuda bajará al 35% del PIB, cuando en 1997, tras la llegada al poder del Partido Laborista estaba en el 44%), sin descuidar al ciudadano de a pie. Con la vista puesta en las elecciones, que la mayoría de observadores políticos considera que se adelantarán al año que viene, Brown prometió ayer ser generoso con el gasto social, especialmente en sanidad.

Diez mil nuevas enfermeras

El ministro afirmó que el National Health Service (NHS), el Insalud británico, verá como su partida crece seis puntos por encima de la inflación en los próximos cuatro años, dando por descontado que su partido saldrá vencedor en las elecciones. Una parte de este dinero permitirá contratar 10.000 enfermeras, en un intento de aliviar la deteriorada situación de la sanidad británica, que un día sí y otro también, desde la drástica reforma de Margaret Thatcher en los años ochenta, proporciona un nuevo sobresalto al Gobierno de turno.

El aumento del gasto, de todas formas, es moderado, y Brown hizo ayer gala de ello. "En medio de los riesgos de una economía global incierta y a menudo inestable, estamos decididos a mantener la disciplina, decididos a no cometer de nuevo los viejos errores británicos de pagarnos demasiado hoy, a cambio de tipos de interés más elevados y menos empleo el día de mañana", razonó el ministro. Y ello, porque el Ejecutivo británico calcula que la inflación se situará por tercer año consecutivo en el 2,5%. Según los últimos datos, publicados precisamente ayer, los precios subieron el pasado mes de febrero 0,3 puntos, hasta situar la inflación en el 2,3% interanual, la mayor cifra en más de un año, aunque los expertos descartan que haya peligro de que se salga de control.

Brown también anunció una "reforma radical" del sistema fiscal para impulsar el acceso del Reino Unido a la economía de las nuevas tecnologías y de Internet. Pero los dos aspectos más notables de su propuesta fiscal están llamados a levantar cierta polémica.

El primero es la rebaja anunciada ayer a las plusvalías del capital. Cualquier ciudadano que se deshaga de acciones o cualquier otro activo financiero pagará un 35% sobre la plusvalía a partir del 6 de abril, cuando actualmente deber hacer frente a una tasa del 40%. En cuatro años, Brown planea dejar este impuesto en el 10%. En España esta tasa se sitúa en el 20%.

La segunda propuesta polémica irritará con toda probabilidad a varios de sus socios europeos y especialmente al Ejecutivo comunitario en Bruselas, que batalla duramente por fiscalizar el mercado financiero de la City londinense. Brown anunció la supresión de toda retención sobre los intereses de los bonos europeos negociados en Londres, lo que con toda probabilidad se interpretará como un nuevo desafío de cara a la próxima reunión comunitaria sobre armonización fiscal.

Los pequeños aumentos de impuestos sobre la gasolina (subirá dos peniques), la cerveza (uno) y las botellas de vino (cuatro peniques), en consonancia con el incremento de la inflación, no empañan el cuadro general.

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