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Reportaje:

Pasión por los payasos

Una colección de 6.000 fotografías, casi 3.000 carteles y un centenar de artículos de trabajo, todos ellos relacionadas con el circo, es lo que han conseguido recopilar los bilbaínos Jesús Carrasco y Joaquín Sánchez desde hace dos años y medio, cuando estos dos enamorados del espectáculo circense comenzaron a impulsar la creación de un museo bilbaíno del circo "para recuperar la historia del circo y reivindicar su carácter educativo", explican.La afición por el tantas veces llamado mayor espectáculo del mundo les viene a estos dos bilbaínos de la niñez, cuando Jesús Carrasco pedía a los tenderos que le guardaran los carteles en los que los circos anunciaban sus funciones, mientras Joaquín Sánchez solicitaba a comerciantes cajas de cartón para realizar maquetas de carpas. Su pasión les reunió hace 22 años y les ha convertido en compañeros del sueño de rescatar la historia del circo en Bilbao y difundir, a través del museo, el carácter cultural y educativo de este espectáculo. "Nosotros íbamos cuatro o cinco veces al circo. Con una no nos bastaba", recuerda Sánchez, quien también hizo sus pinitos como payaso en el Circo Amateur del Club Deportivo de Bilbao.

Lo primero que hicieron fue ponerse en contacto con 400 artistas y descendientes de artistas circenses. El circo como ahora se entiende tiene su origen directo hace 200 años en los espectáculos ecuestres ingleses, pero su raíz remota se encuentra ya en tiempos de los romanos, cuando ya existían malabaristas. De los 400 artistas, 130 no sólo han apoyado el proyecto, sino que han enviado a los promotores del museo trajes, zapatos e instrumentos del trabajo en el circo. Entre las piezas conseguidas, con una antigüedad máxima de 150 años, destacan la corona que utilizó Coral Arriola, de la famosa familia de acróbatas de Ondárroa Los Arriolas, para doblar en la película Trapecio a Gina Lollobrigida; una concertina del Gran Cugatti, un valioso traje del televisivo Gaby, y una capa de la trapecista Rosa Mari Segura, sobrina de Pinito del Oro.

Los promotores guardan celosamente la colección de objetos donados y están a la espera de conseguir un local de las instituciones para ceder los objetos y que el museo se haga realidad. La Diputación ya les ha comunicado que no dispone de locales. Su esperanza está ahora en el concejal bilbaíno de Cultura, José Luis Sabas, con quien se entrevistaron el viernes.

"Bilbao ha sido cuna de payasos de gran renombre", subrayan Sánchez y Carrasco, que conocen al detalle vida y anécdotas de cada uno de los personajes que ha aportado la capital vizcaína a la historia circense.

Uno de los nombres más importantes fue Arturo Castilla. Este bilbaíno, nacido en 1916 en el Casco Viejo, comenzó como payaso en el Circo Feijoo, y con sus hermanos, y bajo el nombre artístico de Hermanos Cape, inventó los chistes del ¿qué le dice...? que tanto juego han dado. Convertido con los años en empresario, presentó en Bilbao espectáculos como el Circo Americano, cuando coincidían en la capital vizcaína hasta cinco de ellos.

El proyecto cuenta también con algún apoyo internacional. Carrasco y Sánchez enviaron una carta al Príncipe Rainiero de Mónaco, otro entusiasta del circo, para recabar su apoyo. Como respuesta, han recibido una carta del alcalde francés de Tourrette-Levens y gran coleccionista de artículos de circo, Alain Frere, que, informado desde el palacio monegasco de la iniciativa, ha prometido su respaldo e incluso se ha comprometido a aportar objetos para que se expongan temporalmente en el futuro museo. Ahora sólo falta que el consistorio bilbaíno mueva ficha.

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