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El jefe de comunicación del Vaticano afirma que la Iglesia debe ser una institución transparente El arzobispo John Patrick Foley cree que la curia tiene que dar la talla ante el reto informativo

"El Papa ha dicho que la Iglesia tiene que ser una casa de cristal, lo que ya me parece una indicación de cambio, y nosotros actuamos en consecuencia", asegura el arzobispo John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales. Foley pone como ejemplo del cambio la enorme diferencia entre la opacidad que se encontró, a principio de los años sesenta, cuando llegó a Roma como periodista para cubrir el Concilio Vaticano II, y el hecho de que, en el último Sínodo, todos los obispos tuvieran un secretario de prensa personal.

Foley, que también preside el consejo de administración del Centro Televisivo Vaticano y es responsable de la Filmoteca de la Santa Sede, dice que la Iglesia debe ser transparente, pero a cambio insiste en que los medios de comunicación deben asimismo "estar abiertos al fenómeno religioso, a los aspectos espirituales de la vida humana, porque de lo contrario ofrecen una imagen incompleta de la realidad". Nacido hace 64 años en Filadelfia (EEUU), considera que la Iglesia ha de estar a la altura de los retos actuales en comunicación. Además de sacerdote, Foley es doctor en Filosofía por la Universidad Santo Tomás de Aquino, de Roma, y máster en Periodismo por la Columbia University de Nueva York, en ambos casos cum laude. Fue director del periódico Catholic Standard and Times, de Filadelfia, y cubrió para este medio, y en general para la prensa católica norteamericana, el Concilio Vaticano II. Hasta 1984 trabajó en EEUU en el campo de la producción de programas radiofónicos y televisivos. Ese año, Juan Pablo II le nombró presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y lo hizo arzobispo. También es miembro del Consejo Pontificio para la Cultura.

Desde el Consejo, Foley produce documentos y doctrina sobre la comunicación, y también dirige la producción de programas televisivos que se distribuyen en el ámbito católico. "En principio, la radio de onda corta nos permitía una presencia universal, lo que no es el caso de la televisión, que hubiera acabado siendo una emisora local de Roma", afirma.

Justifica la presencia de la Iglesia en los medios de comunicación según diferentes criterios. Por un lado, considera que la Iglesia ha de utilizar adecuadamente los nuevos medios como la televisión y la informática para comunicarse con la sociedad y establecer "un diálogo eficaz entre pastores, usuarios de la comunicación social y comunicadores". Reclama "prudencia y cautela", sobre todo en la televisión, que, en su opinión, "conlleva unas exigencias de preparación técnica y planificación económica".

Este arzobispo considera que en los medios de comunicación no confesionales es de gran importancia la profesionalidad de los periodistas, porque "se requiere una cierta familiaridad con los temas de la Iglesia para tratarlos con un mínimo de corrección". Foley admite, consecuentemente, que desde la Iglesia, o desde cualquier institución religiosa, no se deben "rehuir las aclaraciones o comentarios sobre acontecimientos religiosos", ni tampoco "tomar como una afrenta las informaciones que no gustan a la Iglesia". Es importante, dijo, tanto la presencia de católicos en los medios no confesionales como la disponibilidad de medios propios por parte de la Iglesia.

En su opinión, los medios de comunicación de la Iglesia deben ser "interesantes, atractivos, ortodoxos y autofinanciados". Sin embargo, según Foley, la Iglesia no tiene previsto ni considera la posibilidad de realizar alianzas con las grandes empresas de telecomunicaciones. "Somos una pulga" al lado de un gigante, indicó modestamente el arzobispo, pero sí que admitió que existe diálogo con algunos de estos grandes operadores sobre los contenidos de la programación.

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