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El Reichstag de Foster tiene pegas

Pilar Bonet

El Reichstag es una de las atracciones arquitectónicas de la capital alemana. Pero, una cosa es admirar la integración de historia y funcionalidad lograda por el británico sir Norman Foster y otra distinta, vivirla mientras uno trabaja y descubre con el roce cotidiano cuáles son los puntos fuertes y los débiles del edificio."Foster ha resuelto muy bien la tarea de crear un Parlamento moderno en un edificio cargado de historia", afirma Dietmar Kansy, diputado democristiano (CDU) del Bundestag (el Parlamento federal), que se aloja en el Reichstag. "Ha habido algunos pequeños fallos constructivos, de planeamiento y de instalación que no tienen nada que ver con el arquitecto", afirma este ingeniero, que desde 1991 dirige la comisión de construcción del Bundestag. El gremio formado por 11 diputados de distintos partidos fue uno de los interlocutores de Sir Norman durante la modernización del Reichstag.

Algunos problemas se han resuelto o están encauzados. La mezcla de luz natural de la cúpula y la luz artificial de los reflectores daba un tono rojizo o azulado a los rostros y molestaba inicialmente a las cámaras de televisión. Ha habido algunas deficiencias acústicas y los teléfonos "tan modernos" no tenían soporte para apoyar un bloc de notas.

La afluencia de visitantes obliga a replantearse el sistema de acceso, que responde al principio de las esclusas y que fue recomendado por los servicios de seguridad alemanes. Ninguna puerta se abre sin que la anterior se haya cerrado. Pero las 10.000 personas por semana que visitan el edificio crean una corriente de aire que ha hecho protestar a las empleadas del guardarropa.

En los vestíbulos faltan sillas y mesas y algunos días el olor de los guisos invernales se esparce desde la cantina a las torres. Kansy no lo considera alarmante. Cree que basta con activar la ventilación de las cocinas.

Kansy se irrita al recordar las informaciones de la prensa berlinesa, según la cual la cúpula del Reichstag tenía goteras. "Está planificado que uno se moje un poco, si se sitúa debajo de la cúpula, que está abierta y tiene tres funciones; la ventilación de la sala de plenos, la iluminación natural y el servir de plataforma a los visitantes". "Uno puede refugiarse de la lluvia si sube o si baja por la espiral, pero si se queda debajo se mojará", dice.

El Bundesrat (la Cámara alta del Parlamento) ha protestado porque en la primera fila de la sala de plenos no hay 16 sillas para los jefes de Gobierno de los länder. La responsabilidad es del ex canciller Helmut Kohl, que ordenó eliminar dos filas para lograr una mejor visibilidad y no tener público a sus espaldas. La comisión de construcción ha pedido al Bundesrat que reconsidere su queja. Añadir sillas laterales costaría medio millón de marcos, ya que habría que levantar todo el bloque de asientos. "Rara vez vienen todos al mismo tiempo", señala Kansy, refiriéndose a los barones regionales.

Kansy lamenta la ausencia de los cuadros históricos, que deberían acompañar artísticamente al concepto arquitectónico del Reichstag, donde coexisten capiteles antiguos con muros acribillados de bala y los graffitti rusos. Kansy echa de menos un gran retrato del canciller de hierro, Otto von Bismarck, seleccionado para el Parlamento junto con otras obras. "Al margen de Helmut Kohl, si gobernara la antigua coalición el arte histórico estaría ya en el Reichstag". dice.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.
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