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Kosovo, de provincia serbia a 'colonia' de la ONU

Incluso al mismísimo Bernard Kouchner le traicionan las palabras: "En este país...". El país al que se refiere el administrador de las Naciones Unidas en la provincia no es otro que Kosovo, y hasta el momento no sólo no es independiente, sino que formalmente sigue bajo la soberanía de Serbia. Sin embargo, esa soberanía yugoslava sobre una provincia con ansias de secesión por parte de los albanokosovares parece quedar entre paréntesis en el día a día. De hecho, Belgrado ha perdido prácticamente el control sobre Kosovo. Muchas de las medidas tomadas por la comunidad internacional, representada en su aspecto civil por la misión de la ONU para Kosovo (Unmik), parecen conducir a la independencia de la provincia serbia. La suspensión de las leyes federales; la sustitución "oficial" del dinar yugoslavo -atributo esencial de la soberanía de Yugoslavia- por el marco alemán; la imposibilidad de los militares, policías y aduaneros serbios para regresar a la provincia mientras se siga desconociendo el paradero de millares de desaparecidos; las nuevas matrículas, sellos y licencias de telefonía, y el "mirar para otro lado" en lo que respecta al no desarme del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), una parte de cuyas milicias se han incorporado ya a una "fuerza de defensa" (TMK) que serviría de base al Ejército de un futuro Estado independiente, son sólo algunas de las pistas de que lo que en la región serbia se está implantando es mucho más que una "autonomía sustancial", como recoge la resolución 1.244 de las Naciones Unidas.

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Sellos, matrículas y móviles

"Todo el mundo evita llamar país a Kosovo, pero lo cierto es que también todo el mundo coincide en que acabará siendo independiente", asegura un alto cargo de la Unmik. "No hay un punto de retorno; ya sea como un protectorado o alcanzando la independencia, Kosovo no volverá a Serbia", garantiza la misma fuente.

Pocas semanas después de la capitulación serbia tras 78 días de bombardeos aliados, que dio lugar a la retirada de las tropas yugoslavas de Kosovo y al despliegue de la fuerza internacional (Kfor) y la Unmik conforme a la resolución 1.244 de la ONU, acatada por Belgrado, la limpieza étnica ejercida de forma sistemática por los serbios contra los albanokosovares tomó un cruel vuelco. Un alto funcionario de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en la zona fue trasladado tras la probada sospecha de que hostigó a un grupo de serbios que residían al norte de Kosovo para que abandonara la provincia. El mensaje que este funcionario envió a través de su transmisor-receptor, y que, fatalmente para él, fue interceptado, fue el siguiente: "Hicimos nuestro trabajo. Los serbios se han largado".

"Aunque podría parecer la manera más sencilla de aspirar a la independencia, con un Kosovo monoétnico, la ONU no pretende el vaciado de serbios de Kosovo", asegura la fuente de la ONU. En su opinión, de forma callada y pacífica, a través de medidas económicas se conseguirá mucho más: dos de las disposiciones más importantes, la aduanera y la monetaria, han sorteado a todas luces las normativas yugoslavas para imponer sus normas propias. "No hacen falta más ejemplos", enfatiza, "un país se edifica sobre estos dos supuestos, y en el caso que nos ocupa, esto ya se ha hecho".

Al mismo tiempo que se han ido construyendo las estructuras económicas, con la creación de un banco, la imposición del marco como moneda legal y el desarrollo de un sistema de aduanas, desde el pasado 1 de febrero, la Unmik ha establecido 19 departamentos ministeriales. Desde Hacienda hasta Medio Ambiente. Pero hay un detalle curioso si se escruta con detenimiento esos 19 ministerios. Uno de ellos responde al nombre de Non Residents Affairs, o lo que es lo mismo, traducido al castellano, un Ministerio de Asuntos Exteriores de facto. Pero en la sombra. Y lo que sin duda alguna también planteará problemas muy serios de soberanía será el dotar de documentos de identidad a todos aquellos a quienes los serbios les arrebataron los suyos durante la guerra

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La 1.244 establece un mandato de un año prorrogable a las misiones internacionales en Kosovo, pero funcionarios de la OTAN aseguran que sus tropas permanecerán en la provincia "al menos cinco años". "La 1.244 es una resolución muy difícil de aplicar. Todo lo que se hace para rehacer una administración autónoma en una autonomía, ya ni siquiera en una independencia, tropieza con el problema de la soberanía", justifican fuentes de la Unmik. Y se defienden, traicionándose a la vez, argumentando que es "la primera vez" que la ONU gestiona "un país". Aunque ya hay una segunda vez, Timor Oriental.

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