Acción de gracias
FRANCESC DE P. BURGUERA
Aznar se fué el pasado miércoles a Quintanilla de Onésimo a cumplir con la tradición. Parece ser que con aquella buena gente se siente muy identificado desde que fue presidente de Castilla-León y allí suele acudir a celebrar sus triunfos. Y a jugar una partida de dominó. Es el ritual, por lo visto. Seguramente, lo que pdríamos llamar el "espíritu de Quintanilla", protege al presidente Aznar en todos su empeños políticos y el presidente, como es lógico, le "tiene ley", y a Quintanilla de Onésimo acude en acción de gracias. (Quiero pensar que será el "espíritu de Quintanilla" su protector y guía y no el "espíritu de Onésimo". No volvamos a las andadas. Así debe ser puesto que el presidente ha declarado que con su reciente triunfo, hemos pasado página. Y no hay que mirar al pasado sino al futuro. Que así sea).
Y ese periplo de acción de gracias, después de cumplirlo el miércoles en Quintanilla, el presidente Aznar lo prosiguió viniéndose el jueves a Valencia. Que Dios le bendiga al no echar en olvido a los valencianos. Porque los vecinos de Quintanilla serán muy aznaristas -no me cabe duda- pero tendrá que reconocer el presidente Aznar que los valencianos no les van a la zaga. En estas pasadas elecciones el Partido Popular ha sacado 514.334 votos más que en 1996. Y de ese crecido medio millón, una cuarta parte han salido del País Valenciano. Concretamente, 132.401. En toda España, el presidente Aznar aumentó los votos de 1996 en un 5%. En el País Valenciano, en un 11'70 por ciento. Quiero decir, con esto, que si el "espíritu de Quintanilla" acompaña al presidente Aznar, el "espíritu del País Valenciano" no le va a la zaga. Claro que, como dicen algunos, aunque el presidente Aznar no hubiese obtenido ese aumento de más de medio millón de votos, y se hubiese quedado en la misma cifra que obtuvo en el 1996, la mayoría absoluta la habría alcanzado igual, si bien no por esa abrumadora diferencia al pasar de 156 escaños a 183. Porque la victoria del Partido Popular, afirman, no se debe tanto a ese aumento del medio millón de votos como a los 2.982.383 votantes de la izquierda que se quedaron en casa (1.596.468 del PSOE y 1.385.915 de IU). Estos malévolos, malintencionados, quieren decir con esto que no ha ganado las elecciones la derecha sino que las perdió la izquierda por quedarse en casa. Allá se las compongan y con su pan se lo coman.
Aquí, lo bien cierto y que no ofrece ninguna duda, es que el presidente Aznar ha obtenido, el pasado día 12, 514.334 votos más que en 1996. Y que de esos votos, 132.401 han sido depositados en las urnas por los valencianos y valencianas. Un voto valenciano de cada cuatro. Ha hecho bien el presidente a Aznar al venir a Valencia en viaje de acción de gracias. No cabía esperar otra cosa de su reconocida caballerosidad y buena cuna. Algo, sin embargo, en mi modesta opinión, ensombreció éste gran triunfo del PP: la ausencia del presidente Zaplana en el balcón de la sede de la calle Génova, la noche del 12 de marzo, junto a Aznar y señora, Rato, Rajoy y Arenas, celebrando el triunfo. Triunfo al que Zaplana, como presidente del País Valenciano, contribuyó como el que más.
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