Los países en vías de desarrollo apuestan en el Foro del Agua por los grandes trasvases Los participantes debaten los grandes proyectos hidráulicos de China, Brasil y Túnez
Los trasvases centraron ayer la primera jornada del Foro Mundial del Agua. Pese a las reticencias de las naciones más desarrolladas ante su impacto sobre el ambiente y las poblaciones, los países en vías de desarrollo no plantearon dudas: la distribución equitativa de sus recursos hídricos a lo largo y ancho de su territorio forma parte de sus prioridades, y si no construyen todos los trasvases previstos es por falta dinero. Las inmensas obras de transferencia de agua de China, Brasil y Túnez fueron tres modelos debatidos en este foro, al que asisten 3.500 delegados de 150 países.
China trata de poner en marcha tres macrotrasvases para unir los ríos Yangtsé y Amarillo. El Yangtsé proporciona 1.000 kilómetros cúbicos de agua al año a la zona de menor densidad demográfica del país. En cambio, el norte, donde precisamente se concentra la mayoría de la población china, sólo disfruta del riego del exangüe río Amarillo, que algunos años ni siquiera llega al mar. Su cuota media anual es de sólo 58 kilómetros cúbicos, una insignificancia frente a los 2.910 kilómetros que aporta el resto de ríos chinos, según Changming Liu, presidente del Comité de Hidrología Chino. De los tres grandes trasvases que unirían los dos ríos por el oeste, el centro (desde la presa de las Tres Gargantas) y el este de China, sólo este último avanza en su construcción.La magnitud de las cifras explica algo esa lentitud. Para llevarlo a cabo hace falta construir en el camino embalses reguladores con capacidad para 91.109 millones de metros cúbicos, un volumen superior a todas las reservas de Espana. El trasvase medio que parte de la presa de Tres Gargantas inundaría 370 kilómetros cuadrados y desplazaría a 224.000 personas. El tercero, que enlazaría el Amarillo con el Yangtsé en la parte occidental, donde nace también el Mekong, apenas ha salido de los planos, porque atraviesa un territorio de gran valor ambiental.
Sequías de 23 años
Otro de los grandes proyectos presentados en el Foro de La Haya corresponde a Brasil. Como en el caso de China, España y muchos otros países, la población brasileña del noreste no renuncia a ocupar ese territorio pese a los fuertes periodos de sequía que padecen. En esta macrorregión, que engloba a cinco Estados, reside el 28% de los brasileños (157 millones de personas), con un régimen de lluvias que no supera los 1.140 litros al año. Los ciclos secos han llegado a durar hasta 23 años consecutivos. El proyecto consiste en tender una malla de canales de 550 kilómetros para distribuir agua del río San Francisco, en Pernambuco, hacia las poblaciones del noreste.
El proyecto cuesta 1.800 millones de dólares (unos 310.000 millones de pesetas), pero no es el coste lo que está retrasando la ejecución de este trasvase, sino la falta de acuerdo en el seno del propio ejecutivo brasileño y las dilatadas discusiones que suele generar este tipo de propuestas, que tardan décadas y siglos en madurar.
Con la ayuda de Alemania, Túnez también planea tender una malla de canalizaciones para llevar agua desde el noroeste del país hacia la capital y las poblaciones turísticas de su litoral mediterráneo. El ministro de Agricultura, Elhedi Louati, se encargó de explicarlo. Aunque las dimensiones del proyecto tunecino son modestísimas y los trasvases no superan los 10 hectómetros cúbicos, Louati no precisó ni su coste ni el calendario previsto para llevarlo a cabo.
Frente a estos proyectos de dimensión nacional en países en vías de desarrollo, con los grandes trasvases ocurre lo mismo que con las centrales nucleares en las naciones ricas. El freno ha sido puesto. Dos ejemplos. Canadá, país húmedo, concentra la mayor parte de su población en la franja fronteriza con Estados Unidos, donde, salvo los grandes lagos, no hay un río. Todos vierten al Ártico, al Pacífico o al Atlántico. Ninguno lo cruza transversalmente de este a oeste. Cuando hay periodos secos, Canadá sufre restricciones de agua y los niveles freáticos de sus acuíferos descienden estrepitosamente. Desde la década de los sesenta hasta la de los noventa, este país diseñó grandes presas y trasvases. Ahora han cambiado radicalmente de política, como Suráfrica, un país muy similar a España en su dependencia hídrica en el hemisferio sur. Suráfrica y Canadá han suspendido la ejecución de grandes proyectos de trasvases y presas.
Perdedores y ganadores
Las transferencias de agua de una región a otra van asociadas a discusiones entre quienes ceden el agua y los que la reciben. Una de las razones por las que no se promueven estas iniciativas, que se practican desde las civilizaciones más antiguas, descansa en que mientras unos mejoran con los trasvases otros se quedan como estaban e incluso pierden expectativas de desarrollo.
El profesor William E. Cox, del departamento de ingenieria civil y medioambiental de Virginia Tech, Blacksburg (Estados Unidos), ha analizado estas situaciones. Con los trasvases las cuencas receptoras aumentan sus posibilidades de crecimiento económico, apenas se ven afectadas en sus recursos medioambientales y salen ganando desde el punto de vista social y cultura.
El saldo en las cuencas cedentes es por el contrario negativo.
Para romper esa desigualdad manifiesta, Cox sugiere que antes de tomar una decisión sobre un trasvase se tengan en consideración cinco criterios. Deben plantearse exclusivamente en áreas donde la sequía sea un fenómeno recurrente; se debe ejecutar con criterios sostenibles, identificar los perjuicios de la cuenca cedente y compensarla.
Conviene tener en cuenta las pérdidas intangibles como el impacto psicológico en la poblacion de la cuenca cedente y hacerles copartícipes en la gestión del agua cedida.
Por ultimo, Cox aconseja que deben distribuirse los beneficios del trasvase equitativamente y, si es preciso, crear una figura institucional jurídica dotada de gran autoridad para que resuelva los conflictos entre los que ceden y los receptores.
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