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Seducido por los vampiros

Los vampiros le sedujeron con tan sólo nueve años. Desde entonces permanece enganchado a ellos sin que le haya hecho falta padecer la fatal mordedura. Julio Ángel Olivares, profesor del departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Jaén, lleva más de 10 años estudiando desde un punto de vista teórico-científico el mundo de los vampiros, de Drácula y, por extensión, todo lo relacionado con el horror y el terror. Sus investigaciones se centran en el mundo literario y cinematográfico.Fue el director de cine John Badham con su película Drácula, de 1979, el que introdujo a Olivares en el mundo de lo oculto. "Casi tuve que escaparme de casa para ir al cine. Me fascinó el cartel de la película, los claroscuros. Vi algo prohibido en él y la hermosura de lo mórbido me llamó la atención", relata desde el despacho de la Universidad.

En sus paredes, poco convencionales, aparecen carteles de películas como The Blair witch project, una obra actual que juega de forma inteligente con el miedo, o el Drácula de Coppola. El salvapantallas de su ordenador también es original, un etéreo ángel desplomado sobre una tumba.

Ya ha pasado la etapa en la que le molestaba que le considerasen un excéntrico. "Se puede estudiar de la forma más seria y más científica el tema de los vampiros, sobre el que suele haber una especie de paranoia que canaliza todo y que intenta establecer un vínculo con el satanismo", resalta.

Por supuesto, matiza, no cree en la existencia de vampiros, pero se siente atrapado por la estética que acompaña su imagen literaria y cinematográfica, por la estética gótica y romántica. En los únicos vampiros en los que cree son los que se han catalogado en psicología. El vampiro psicológico, explica, es el que pretende anular la voluntad del otro "y de esos sí existen muchos". Se dan en las relaciones de pareja cuando el hombre quiere anular a la mujer, se puede dar en política y en casos psicóticos llegan a identificarse tanto con el mito que hay personas convencidas de que necesitan sangre para vivir.

El erotismo, la sangre como elixir de vida y la inmortalidad, tres pilares de la humanidad, son los que se unifican en la figura de los vampiros. La literatura que han generado, explica Olivares, tiene innumerables capítulos malos y otros muchos "que aman el tenebrismo, la sombra, la poesía, el romanticismo y la decadencia dulce". En resumen, dice, le motiva descubrir lo desconocido. Su curiosidad ha superado al pavor y se ha decidido a traspasar el umbral "para gritar desde el otro lado, que no es tan oscuro".

Olivares ha estudiado también el papel del hombre y la mujer en el mito. El vampiro hombre generalmente mata a los de su sexo, mientras que muerde a las mujeres para rodearse de un harén. "En esta dinámica de amor siniestro, los hombres son sus competidores y a ellos no les concede la eternidad".

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Sin embargo, las vampiras están imbuidas de un erotismo lésbico. Olivares cree que su papel está muy relacionado con el nacimiento de las corrientes feministas del siglo XIX. Con la muerte en vida de las mujeres que han sido mordidas se fabrica un símbolo de la liberación. "En vida, la mujer del XIX tenía que ser virtuosa, pero cuando es ya un vampiro es una victimizadora de niños. Cuando muere ya no es mujer de un hombre ni madre de un niño".

Este experto en vampiros es desde hace un año presidente de la Sociedad Transilvana de Drácula en España. En mayo participará con una comunicación en el II Congreso Mundial de Drácula, que se celebrará en Transilvania.

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