Realidad
Para reponerme del batacazo electoral miro el vídeo de El sol del membrillo y constato que soy ciego para la pintura de Antonio López, no porque no pueda verla sino porque ella no me mira. Recordarán los lectores más o menos cinéfilos que en la película de Erice trabaja el pintor madrileño en el duro empeño de fijar la imagen de un membrillero que él mismo había plantado años atrás en su jardín. Tiene graves problemas con el tiempo porque los membrillos maduran, el ramaje cede, las hojas crecen, el clima varía, la lluvia irrumpe, el sol viene y se va. El pintor lucha tenazmente contra el crecimiento, contra el clima, contra el sol, pero por fin éstos le derrotan, abandona la pintura y se consuela con un dibujo.Antonio López habría pintado un membrillero exacto y puro si los membrillos no crecieran, si el sol se estuviera quieto, si no lloviera. Ciertamente habría sido un árbol abstracto e ideal (algo inevitable en la pintura realista), un membrillero salvado de todos los inviernos, pero ciego. Erice, en cambio, caza el membrillero de un solo vistazo y lo hace vivir creciente, llovido, soleado, nocturno, bajo palio, o con los frutos pudriéndose en el suelo. El tiempo del membrillero es el verdadero protagonista de su maravillosa película. El cine es un arte que cuando se pone realista no muestra nada real, pero nos permite concebir un deseo de realidad. El membrillero de Erice es tan real como el conde Drácula e incluso se le parece.
Lleva razón Molina Foix cuando en su reciente libro El novio del cine afirma que "el cine no nos saca del pozo de la insatisfacción, pero tiene más medios que ningún otro arte para llevarnos al borde del deseo". El membrillero de Erice es un actor vivo, contradictorio, dotado de una personalidad atractiva y sutil, un objeto de deseo cuyos frutos dorados nos miran a los ojos mientras se pudren. Su realidad no es botánica o pictórica sino la de un sueño que pugna por realizarse y exige nuestra colaboración. No quiere ser contemplado sino comprendido.
Voy al grano. Ya que pronto tendremos un nuevo gobierno implacablemente surrealista, ¿no podría dedicar unas migajas a que el más grande director de este país ruede una película? Tengan compasión, ayúdennos a sobrevivir. Vamos a necesitar mucho cine.
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