Un 'preso secreto' reclama a Israel una indemnización por violación y tortura

El dirigente de la guerrilla islamista libanesa Amal, Mustafá Dirani, ha presentado desde una cárcel secreta de Israel, en la que se encuentra recluido desde hace seis años, una demanda contra el Gobierno israelí reclamando más de un millón y medio de dólares (255 millones de pesetas) por las violaciones y torturas sufridas en la prisión. Dirani forma parte de un grupo de 16 milicianos libaneses que permanecen secuestrados por el Ejército de Israel, esperando ser canjeados por soldados israelíes.

Mustafá Dirani, ex responsable de los servicios secretos de la guerrilla fundamentalista libanesa Amal -de obediencia pro Siria- ha logrado hacer llegar a un tribunal de Tel Aviv una demanda contra el Gobierno de Israel en la que asegura haber sido objeto de continuadas torturas por parte de agentes de los servicios de seguridad israelíes (Sin Beth), quienes de manera regular le obligan a ser sodomizado por un soldado. "Mustafá Dirani ha sido también salvajemente violado con la ayuda de una porra de madera, negándole a continuación cualquier tipo de ayuda médica", ha asegurado el abogado Tziv Rich, que inexplicablemente ha decidido romper el silencio sobre un caso que le fue asignado por el propio Gobierno de Israel con el compromiso de no divulgarlo. Dirani y un imam libanés, el jeque Al Karim Obeid, secuestrado en julio de 1989 por el Ejército israelí en su casa de Shibshit, son los dos únicos presos secretos de Israel, a los que de manera reiterada ha denegado el contacto con sus familiares. El estatuto de estos presos, que permanecen recluidos sin sentencia y en virtud de una resolución administrativa que se renueva cada seis meses, es similar al de otros 14 guerrilleros libaneses secuestrados para poder ser intercambiados por presos del Ejército israelí, retenidos en Siria o Líbano.

"El Tribunal Supremo ha rechazado todas las demandas en que pedíamos su liberación, alegando razones de seguridad nacional", aseguraba ayer a EL PAÍS Ezequiel Lein, dirigente de la organización de defensa de los derechos humanos israelí Bteselem, que durante más de un año ha estado investigando las violaciones que el Ejército israelí está cometiendo sobre la población civil en Líbano. En el borrador del informe del profesor Lein, al que ha tenido acceso este periódico, se pone al descubierto una "guerra", en ocasiones sucia, que, según sus propias estadísticas, se ha saldado desde 1985 con 1.395 muertos, de los que sólo nueve son civiles israelíes y cuyo mayor número corresponde a la milicia pro sionista, Ejército del Sur del Líbano, con 410 fallecidos.

La demanda de Dirani coincide con el inicio en el Parlamento israelí de un debate, impulsado por la derecha Likud y otros partidos nacionalistas radicales, en el que se reclama la aprobación de una ley que permita a los servicios secretos torturar a los presos por razones de "necesidad". Esta ley, a la que se opone Barak, trata de pasar por encima de una resolución anterior del Tribunal Supremo que declaraba ilegal las normas que autorizaban hasta entonces las "presiones físicas", alegando razones de seguridad nacional.