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Absueltos dos condenados del 'clan de los Charlines' a los que acusó un 'arrepentido'

El Tribunal Supremo ha absuelto a José Luis Pérez Abal y Manuel Santorum Paz, dos supuestos narcotraficantes vinculados al clan de los Charlines, del delito de narcotráfico por el que fueron condenados por la Audiencia Nacional a 14 años de prisión y 170 millones de pesetas de multa. La sentencia explica que fueron condenados sólo por el testimonio del coimputado arrepentido Daniel Baulo Carballo, quien se negó a responder a las preguntas de los defensores de Pérez y Santorum por considerar a éstos los asesinos de su padre.Según la sentencia de la Audiencia Nacional, en 1990 Pérez Abal y Santorum participaron, junto con José Luis Charlín Gama -jefe del clan de los Charlines- y Daniel Baulo Carballo en diversas reuniones para traer de Colombia un alijo de 800 kilos de cocaína. La droga fue descargada finalmente en Portugal e introducida en Ourense por Pérez Abal, separando la droga por partidas, una de las cuales, de 27 kilos, entregó Santorum a Daniel Baulo. En la operación participó también el padre de Daniel , Manuel Baulo Trigo, quien fue asesinado en su casa de Cambados cuatro años después.

Pérez Abal y Santorum fueron condenados con una única prueba de cargo, la declaración del coimputado arrepentido Daniel Baulo.

Según el Supremo, la declaración de un arrepentido es válida, pero una condena no puede apoyarse únicamente en declaraciones de un coimputado al que la defensa del acusado no puede someter a contradicción en un interrogatorio.

Todo acusado tiene "como mínimo" el derecho a "interrogar o hacer interrogar a los testigos que declaren contra él", según el Convenio Europeo de Derechos Humanos, por lo que la declaración de un testigo de cargo que no ha sido sometida a contradicción siendo posible, carece en principio de efecto probatorio.

El testimonio de cargo de Daniel Baulo, prosigue el Supremo, obligaba a quienes habían de valorarlo a extremar el rigor en la crítica. Sobre su declaración pesaba además la posibilidad de que no fuera digna de crédito ya que al terminar el juicio, Baulo expresó la "animosidad" que sentía por los acusados, al decir que no había contestado a sus abogados porque eran "los de los asesinos de su padre".

Pero lo realmente decisivo fue que su testimonio no pudo ser contradicho, al negarse a ser interrogado por las defensas de los acusados, por lo que su declaración no pudo ser prueba bastante para determinar la condena.

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