La resaca
Las elecciones del domingo permiten a cualquier lego en materia de análisis político sacar dos conclusiones inmediatas: que la izquierda necesita regenerarse para convencer y que aún quedan demasiados colegios electorales donde no se han suprimido las barreras arquitectónicas. Si no, que se lo pregunten a Alfonso Huertas, un ciudadano de Jaén que ingresó, seguramente en contra de su voluntad, en el anecdotario de las elecciones por no poder acceder en su silla de ruedas al instituto donde le correspondía votar. Y no fue el único: los distintos informativos de televisión mostraron a diversos votantes en apuros similares resueltos de distinto modo, según el talante del presidente de mesa de turno.La búsqueda de anécdotas que tiñan de color la jornada electoral es uno de los principales cometidos de los informadores que la cubren. Este año, la coincidencia con los carnavales ha facilitado la tarea, especialmente a los fotógrafos, que por una vez han podido dejar votar tranquilas a las monjas. Pero en la cita de este año no habría hecho falta tirar de carnavales, porque lo más jugoso del álbum electoral del 2000 son las caras de los representantes de la izquierda después de conocer la mayoría absoluta del PP en las generales.
En Málaga, los diarios locales llevan dos fotografías impactantes. La primera muestra al único diputado nacional de IU por la provincia, José Luis Centella, marchando hacia su comparecencia pública post escrutinio ausente y demacrado, como quien marcha al patíbulo. Detrás, Pasionaria le sonríe desde un póster, tal que una abuela que acabara de oír el primer desengaño sentimental de su nieto y le quisiera explicar que la vida es larga.
Mucho más elocuente es el rostro del socialista José Asenjo, secretario provincial del PSOE y diputado electo. Asenjo, que tiene porte de galán de cine en blanco y negro, se acaricia el mentón con el entrecejo fruncido en una expresión dramática, como si acabara de perder a su amada. Pero puede estar tranquilo. Celia Villalobos le confesó en plena euforia victoriosa que ella sí lo quiere. La alcaldesa-diputada respondió a su promesa de dimitir si el PP soterra el río Guadalmedina con un ¡no lo hagas, Pepe!. "Ha habido muchos malagueños que lo han apoyado y no merece la pena que se vaya", dijo Villalobos, que en cuanto conoció los resultados del PP, afirmó que su plan para el río está "garantizado". Era la borrachera de la victoria. Seguro que deja resaca.
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