MIS LABORES Esto es tragar MARUJA TORRES
Me di cuenta de que todo estaba perdido cuando Jordi Pujol salió en TVE-1 admitiendo que su formación había perdido un escaño por Gerona, no por Girona. Y comprendí que no todo estaba perdido, al menos no a largo plazo, que es la forma en que pensamos quienes queremos dejar el mundo mejor que lo encontramos, y no sólo mejorar simplemente nuestras condiciones de vida, cuando Joaquín Almunia reconoció las razones del fracaso, advirtió de lo que se nos avecina (vino a decir que perdemos capacidad de control sobre el poder), y dimitió irrevocablemente. Paco Frutos estuvo en su discurso, como siempre ha sido, mezquino. Debería preguntarse por qué su presencia en el pacto ha restado en vez de sumar. Con lo limpito que tiene su partido el currículo: sobre todo, limpio de mandar. Nunca estuvo, salvo en alcaldías.Pero que Almunia dimita es sólo la solución de una parte del problema. El problema, mejor dicho, son sus colegas: con Císcar el rapsoda a la cabeza.
Quisiera, sin embargo, regresar por un momento a la esquizofrenia del nacionalismo catalán oficial. Hubo otro impagable instante en que Xavier Trías, al admitir implícitamente que el PP les había laminado en frío y que por ello les podía eliminar de sus intereses, tuvo los sagrados escrutinios (en realidad, quería escribir escrotos) de decir que ello era porque España va bien, y que a eso había contribuido CiU. O sea, que se suicidan y encima cantan.
Hablando de cantar, fue un alivio escuchar de nuevo (yo lo hice en Tele 5) el grito de guerra favorito de Génova-PP: "Pujol, enano, habla castellano". Como que las cosas volvían a estar en su sitio, junto con la impresión de Ku Klux Klan que producían las numerosas banderas blancas, que ante la imposibilidad de desplegarse se constituían en su modalidad natural de cucurucho. Conforme avanzaba la noche, reaparecían las banderas españolas que estuvieron rigurosamente prohibidas durante la campaña del PP. Y las rubias de cualquier edad vociferaban el triunfo de la democracia que ellos nunca se trabajaron.
No toda la culpa, o el mérito, lo tienen los partidos. Somos un pueblo que ha aceptado con enorme entusiasmo pertenecer a una mayoría aletargada. Esto es tragar, pero aquí estamos, cada cual en su sitio. Vamos a ser otra vez el asombro de Europa. Al autoritarismo por el voto. Dentro de cuatro años, veremos. Se os atragantarán las palomitas, encantos. O no. Francamente, me da igual. Yo tendré entonces 61 años (una hora menos en Canarias), el exilio interior alicatado hasta la calvicie, y una fe en la comunidad comparable a la que tengo en los productos milagrosos contra la celulitis.
Estaré jodida y tragando, pero me queda un último hálito de venganza. Labordeta va al Congreso. No me lo quiero ni imaginar.
Hala, a vivir. Que son dos días.
(Ahora que lo pienso, no sé si el presidente Aznar dijo anoche que "hemos culminado" o "hemos fulminado"). Lo que sí dijo es que somos un gran país plural. Me lo voy a hacer mirar por el chistecólogo.
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