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El tamaño de las papeletas saturó algunas urnas para el Senado

La saturación de algunas de las urnas dispuestas para recoger los votos emitidos para el Senado supuso la única nota discordante de una jornada electoral marcada, además de por la baja participación, por la total ausencia de incidentes. Las urnas que se colapsaron, por el gran tamaño de las papeletas que recogen los candidatos a la cámara alta, fueron rápidamente sustituidas por otras, por lo que apenas se ralentizó el ritmo de la votación en ningún colegio. Así lo aseguró el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Carlos González Cepeda, que apenas reseñó otras notas de anormalidad durante toda la jornada: La silicona que dificultó la apertura del colegio electoral de Alcalá de Xivert (El Maestrat), la retirada de varios panfletos insultantes hacia partidos políticos repartidos por Valencia o la aparición de pintadas de "diverso signo" en Tavernes de Valldigna (La Safor). Un poco más conflictiva fue la conducta de un hombre que también en La Safor, en este caso en Gandia, fue detenido tras proferir varios insultos en un colegio electoral.

Referéndum paralelo

González Cepeda reiteró durante todas sus comparecencias públicas "la ausencia total y absoluta" de incidencias. La enorme mayoría de las 5.256 mesas electorales (651 en Castellón, 1.878 en Alicante y 2.727 en Valencia) desplegadas ayer en la Comunidad Valenciana comenzaron a funcionar, hacia las 9.00 horas, tal como estaba previsto. De hecho, las únicas cuyo funcionamiento fue impedido fueron las que una plataforma que promueve la abolición de la deuda externa intentó colocar a lo largo de la Comunidad Valenciana, concretamente tres por provincia.

Esta organización intentó colocar unas urnas junto a los colegios electorales para organizar un referéndum simbólico sobre su causa. La Junta Electoral Central reiteró ayer mismo la prohibición de la iniciativa, coincidente con otras en este mismo sentido que se han venido desarrollando en las últimas semanas en varios puntos de España.

Ésta fue una más de las anécdotas de la jornada, jalonada de incidencias de escasa relevancia: una joven que pretendió votar en Burjassot solicitando a su padre (vocal en el colegio electoral) que diera fe de su identidad; otro vocal que fue enviado a su casa tras personarse en pijama en el colegio San José de Calasanz de Elche o una tercera, en este caso en Torrevieja, que abandonó el colegio por las molestias que le ocasionó su avanzado estado de gestación.

En el caso de la ciudad ilicitana, el presidente de la mesa utilizó las atribuciones que le concede la ley para sustituir al vocal díscolo (tras ser envíado a su casa para cambiarse, lejos de cumplir su obligación se quedó dormido de nuevo) por un ciudadano que en ese momento ejercía su derecho al voto.

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