Una técnica no tan menor
Para el profano absoluto en arte, la cerámica evoca estatuillas decorativas de dudoso gusto u objetos funcionales como cántaros y botijos. Sin embargo, el modelado de loza, barro o porcelana ha ofrecido, en la última mitad del siglo XX, obras que pueden enmarcarse en casi todas las vanguardias.Una muestra de ello es Ceràmica, fi de segle, que se expone en el Museo de la Universidad de Alicante hasta el 10 de mayo.Un total de 16 autores cuya producción está vinculada con la Comunidad Valenciana forman parte de esta muestra organizada por el Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana. Todos tienen en común una obra muy personal y comprometida que sitúa la cerámica a la altura de materiales de mayor prestigio, como el bronce o el mármol. Sin embargo, difieren en la manera de acercarse a los objetos, y por eso están divididos en tres generaciones.
La primera es la que creó bajo la vigilancia de la dictadura franquista, con lo que no es de extrañar que su obra esté impregnada de asuntos sociales. Dentro de este grupo se encuadra a escultores como Arcadi Blasco o Enrique Mestre. Las obras incluidas en la muestra no proceden, sin embargo, de aquella época. No obstante, especialmente en Blasco, puede rastrearse el poso de la resistencia y la actitud contestataria en piezas producidas en los ochenta y noventa. Mestre destaca por su tratamiento del volumen en bloques de gres, en una onda por la que es mucho más conocido Chillida.
A la transición democrática pertenecen los autores que consolidaron su estatus en los años ochenta. No se les puede englobar en un movimiento determinado. La instalación de uno de ellos es la que recibe al visitante. Se trata de Estructura urbana de 1983, una de las primeras ciudades de la serie que se convertiría en el emblema de su producción.
En este apartado se incluye también una de las estrellas de la exposición, la internacional y personalísima Carmen Calvo, con cuatro vitrinas que son muestrarios conceptuales sobre la mujer y la condición femenina. Los últimos coletazos del pop los recoge Anna Pastor, con televisores y espejos que reflejan el interés de este movimiento por los medios.
Los años noventa son de creadores como Xavier Monsalvatge y Pablo Ruiz. El primero expone una serie de contenedores que recuerdan a la poética surreal de Joan Brossa. El segundo entra de lleno en el terreno de la denuncia muy pegada a la actualidad, caso de las repeticiones de balas detenidas por manos de bebé tituladas Basta ya y modeladas el año del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA.
En esta muestra el continente ayuda mucho a resaltar el contenido. La iluminación dispuesta en el Museo de la Universidad de Alicante juega con las esculturas para descubrir nuevos significados. Amando Llopis y Pilar Turpín se han ocupado de estructurar la exposición a base de paneles de azul marino y rojo encendido y pantallas traslúcidas. De este modo, el visitante, mientras observa una escultura, es incitado a ver la siguiente, que sólo atisba por el rabillo del ojo.
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