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Israel ha empezado a fortificar la frontera internacional con Líbano

Israel ha empezado ya a fortificar su frontera internacional con Líbano, en previsión del repliegue de sus tropas de la zona ocupada anunciado para antes del próximo mes de julio, en un intento de proteger a la población del norte del país. Pero el reforzamiento de esta línea fronteriza convencional no parece suficiente para tranquilizar a los vecinos que ahora han descubierto aterrorizados que el linde internacional pasa por delante de las puertas de sus casas.

El kibutz -comuna- de Misgavham, fundado hace más de medio siglo en el norte de Israel, está potenciando sus medidas de seguridad, sobre todo en su cara norte, donde la valla que limita sus propiedades coincide con el trazado de la línea fronteriza con el Líbano. Las obras se hacen con discreción y silencio, ante el escepticismo de la mayor parte de sus habitantes, para los que el repliegue de las tropas hebreas de la zona ocupada, que tienen delante, supone aproximarse aún más al miedo."La historia de nuestro kibutz nos ha demostrado sin embargo que los muros no sirven de nada y que los terroristas de Hezbolá pueden llegar a nuestras casas cuando quieran, como lo hicieron en 1980 y tomaron como rehenes a todos nuestros hijos", explica Josef Abas, 57 años de edad, de los que más de la mitad los ha dedicado a esta comunidad. La situación de los vecinos del kibutz de Misgavham se puede considerar privilegiada si se compara con la de los 400 habitantes del moshav -granja colectiva- de Margaliot, distante a poco menos de cuatro kilómetros, en la misma línea recta de la frontera, pero colocados en el fondo de una hondonada, visible desde cualquiera de las colinas libanesas.

"Nosotros casi no tenemos protección. Los del Gobierno nos han propuesto construir un muro, pero sería tan alto que nos daría la sensación de estar metidos dentro de una cárcel", afirma Yakov, el secretario de la comunidad, mientras relata dolorido como muchas de las familias se están planteando seriamente dejar sus casas, para preguntarse a continuación: "¿Pero a dónde irán si sólo saben recoger melocotones y contar huevos?".

La protección de estas comunidades pioneras en el norte de Israel coincide con la construcción por parte del Gobierno israelí de una "banda de seguridad" de diez a doscientos metros, que irá bordeando la frontera internacional con Líbano en toda su longitud y en la que se emplazarán los más sofisticados aparatos de vigilancia y de control.

Ayer los vecinos del norte de Israel hablaban del repliegue de las tropas hebreas del sur de Líbano como si ya estuviera hecho y como si no les molestara el ruido de los cazas y helicópteros israelíes que sobrevolaron durante toda la mañana, por tercer día consecutivo, sus campos, para bombardear las posiciones de los guerrilleros fundamentalistas libaneses. Aseguran que ya no los oyen, como tampoco parecen entender las discusiones entre los Gobiernos de Damasco, Beirut y Tel Aviv, que debaten en clave política los detalles de un acuerdo aún inexistente.

Mientras el ministro israelí de Asuntos Exteriores, David Levy, aseguraba ayer que la "pelota está en el campo de Siria", la guerrilla islamista de Hezbolá afirmaba desde Beirut que la decisión israelí "es el reconocimiento de la derrota ante el pueblo libanés y su heroica resistencia islámica".

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Por su parte, Siria, a través de su prensa, vaticinaba que la retirada israelí sin un acuerdo "complicará el proceso de paz" ya que no se replegará totalmente y permanecerá ocupando posiciones estratégicas en el interior del sur de Líbano, lo que en su opinión puede suponer la expansión del conflicto en toda la región.

[El mediador de EEUU para Oriente Próximo, Dennis Ross, vuelve hoy a la región en un nuevo intento de relanzar el proceso de paz entre Israel y las autoridades palestinas. Roos ya fracasó el pasado 19 de febrero, cuando las diferencias sobre la retirada israelí de Cisjordania congelaron las negociaciones, informa France Presse.]

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