Colocados
ANTONIO MÉNDEZLos partidos suelen desarrollar la encomiable función de empleadores. La variedad laboral más utilizada aparece con el símil de funcionario de empleo, que no es plan de descarnar el favor con la declamación enchufado. Una colocación sirve de bálsamo social, si el elegido guarda parentesco con el dirigente y se restablece la paz familiar, deteriorada por el poder del poseedor del dedo. Tampoco hay mejor lazo marital entre unas siglas y un militante que el amor por el trabajo.
La casuística es variada y digna del psicoanálisis. La alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, zarandeó dialécticamente a su auditorio porque el PP, a su entrada en el gobierno de la Diputación en 1996, incrementó notablemente su población activa, pero luego se dejó enternecer y acabó por darle cobijo en el grupo municipal a su hermana Natalia.
La Diputación de Málaga es el paradigma de ese tipo de comprensiones. Allí están ubicados históricos socialistas como el ex vicesecretario Juan Carlos Lomeña y a ella podrá volver, tras su peregrinar por cargos públicos la todavía diputada Hortensia Gutiérrez del Álamo.
Cuando la institución la presidió el popular Luiz Vázquez Alfarache su cuñada tuvo un paso efímero como secretaria. El entonces vicepresidente Carlos García optó por el vínculo formal y su esposa hizo carrera en el organismo tras sortear una oposición en la que se examinó como única aspirante. Ahora, en el gobierno tripartito PSOE, IU, PA, el andalucista Juan José Rodríguez Osorio no comprende por qué los sindicatos le critican por habilitarle un lugar de confianza a su sobrina.
También IU ha podido acomodar a ex concejales malparados. Javier García, que facilitaba la música con la que sosegaba los mítines de Julio Anguita antes de su reprimenda, dirige ahora el 0,7.
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