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La esperanza es lo último que se pierde

Son el mejor antídoto contra el escepticismo electoral. Frente a la contundente maquinaria de propaganda de las grandes formaciones políticas, todavía hay quien apuesta por la consulta democrática como la oportunidad de ofrecer a los ciudadanos sus ideas y propuestas para cuatro años de gobierno. No cuentan con el respaldo de grandes campañas mediáticas, pero sus papeletas son iguales a las de los partidos mayoritarios. Ahí están, por ejemplo, las dos Falanges (la que se autodenomina auténtica y la otra), el Partido Carlista (EKA), el Partido Obrero Socialista Internacionalista (POSI) o el recientemente constituido Partido del Karma Democrático (PKD). Y no hay que olvidar a las formaciones, como Autogestión, que, siguiendo a la Conferencia Episcopal, piden el voto en blanco. Todo un mundo.Diez años después de la caída del muro de Berlín, hay nombres y referencias que se han desinflado hasta casi desaparecer. Trostki y la Cuarta Internacional, sin ir más lejos, serían para un estudiante de Bachillerato actual los nombres de un jugador y su equipo de fútbol. Pero ahí está el POSI para mantener en el País Vasco la llama del perdedor en la Revolución Rusa. Como comenta Mikel González, portavoz de esta formación en Vizcaya, su presencia en estas elecciones era casi inevitable: "nos presentamos porque veíamos que en la situación política actual, la posición de las organizaciones tradicionales lleva a la descomposición social, a la balcanización".

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El POSI busca el voto entre las clases trabajadoras y los jóvenes que respaldan habitualmente al PSOE, IU y PNV. Con el PP no quieren tener ninguna relación porque "es un partido neofranquista". Estos internacionalistas de vocación competirán con otras formaciones como los carlistas de EKA que no tienen nada que ver, insiste un militante guipuzcoano, con los de la Comunión Tradicionalista: "ellos fueron los que mataron a dos de los nuestros en Montejurra en 1978; es la ultraderecha. Frente a ellos, nuestra propuesta es: libertad, socialismo, autogestión y federalismo".

Los carlistas del EKA confían en obtener un diputado en Navarra, territorio donde se encuentran los principales valederos de la rama perdedora de los borbones. Pero tampoco son firmes defensores de la monarquía: "estamos con lo que quiere el pueblo; Carlos Hugo de Borbón ya dijo que él no sería rey si no tenía el respaldo de los ciudadanos", comenta este veterano carlista.

Recelo

Hablar con representantes de la Falange es más difícil. El recelo a la manipulación de sus palabras les lleva a pedir más que luz y taquígrafos para mantener una breve entrevista. Paranoias. Algo que no sorprende en quien identifica en su vídeo electoral al capitalismo con Koffi Annan, el presidente de la ONU, al mismo tiempo que suena Imagine, de John Lennon. Pero tienen militantes suficientes para presentarse en la mayor parte de las provincias, incluidos los tres territorios vascos, como han hecho otras formaciones con pocas esperanzas en el País Vasco como el CDS, el Partido de la Ley Natural o la Unión Valenciana.

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Esta última organización, que se presenta en el 75% de las circunscripciones llega a esta campaña del 2000 con la intención de "denunciar las maniobras del PP para fomentar el transfuguismo en la Comunidad Valenciana", como señalan fuentes del partido. Y es que Unión Valenciana, con un parlamentario en Madrid y un eurodiputado en Bruselas, sufrió un fuerte revés en las últimas elecciones autonómicas cuando perdió su representación en la cámara autonómica.

Estos problemas no tienen los irreverentes del PKD, creado por los responsables de la revista de humor Karma. Con 30.000 pesetas de presupuesto de campaña ("no queremos jugar con ventaja", señala su cabeza de lista por Vizcaya, Bosco San Juan) este grupo sale con el lema "el voto inútil, el voto como tú", porque consideran que de este modo no engañan a los ciudadanos.

A no ser que suene la flauta, estas formaciones minoritarias tienen escasas -por no decir nulas- posibilidades de obtener los sufragios suficientes para conseguir un diputado. Dice el refrán que la esperanza es lo último que se pierde, pero también hay otros incentivos además del diputado en Madrid. Todo hay que decirlo: nunca está de más la compensación económica que ofrece el Gobierno por voto conseguido.

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