Dijous gras
A los futuros rigores cuaresmales, el pueblo oponía cuarenta días de carnal glotonería, dentro de lo que cabía. Y, cabía poco -Nostre pare Carnestoltes sempre ha estat molt divertit:/ ens escura les butxaques i ens fa anar contents al llit./ No ploreu, no, que ell tornarà i nosaltres no-, por ello se concentraba en las semanales fiestas del celestial Júpiter, creador y padre de dioses y hombres, los jueves anteriores al Carnaval, dijous gormands. Una jornada central considerada muy favorable -fasta- y venturosa en la que dios Padre creó los peces y las aves y los humanos cocinaban puchero y galanteaban mozos y mozas. Había, como camino iniciático carnavalesco, el jueves de comares, en que ellos obsequiaban a ellas manjares, de compares, en que los regalados eran los varones y el tercero, el de los amigos o dels fadrins. Y, el Dijous Gras, que instaura la locura -Per Carnaval tot s'hi val- del mundo al revés, hoy fiesta de san Simplicio -ingenuo- Papa del siglo V que presidió la orgía final del Imperio Romano y el conde san Carlos el Bueno, que, por luchar contra el hambre, el hampa del mercado negro le asesinó en 1366.Frente a las verduras, bacalao y sardinas de bota de la abstinencia se alzaban las comidas grasosas, con tocino, morcillas -Per Dijous Gras, botifarra menjaràs-, carne de cerdo abundante -Per dijous gras, carn fins al nas-, copioso vino inagotable y torta de chicharrones, de postre, como escarnio a la penitencia. A pesar de las prohibiciones, se mantuvo vivo en Aspe y el Fondó de les Neus, con salda al campo, como en Otos (La Vall d'Albaida) para comer les cassoletes; en Pego tiene el mismo sentido el dia de la costra, un arroz del jueves lardero, situado en otras fechas, como las comunitarias calderes, tan propias del Carnestoltes, cuando totes les bèsties van soltes.
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