Marceja el traspàs

Marcejar -Març marceja i boig bogeja- es una expresión rústica que ha pasado al sermo urbanus con el significado de variable como veleidoso es el tiempo de marzo: No hi ha març que no marcege, ni bordege. Cuentan en Gandia que ni su madre -El març enganyà a sa mare- podía fiarse, tendió la ropa al sol y enseguida le llovió; en Valencia, puesta de gaveta, sobre una capçana en la cabeza, la corrió, con alevosía, a aerolitos: Març marcer, apedregà a sa mare en lo llavaner; y, de vuelta del lavadero, de tan accidentada colada, en Vinaròs, lo març va gelar sa mare. Era tan ruin, más que el Bleda, que, incluso en el calor del hogar, març, marçot, mata a la vella a la vora del foc i a la jove, si pot. Y, es que los ejércitos retomaban sus actividades marciales este mes del dios de la guerra, Marte. Para hacerse una idea de cómo las gasta... toleró que san Sempronio hoy fuera comido por el pez que picó su anzuelo; demostrado que el pez era pagano -en el agua y no estaba bautizado-, se le santificó por mártir y es abogado de pescadores de caña.La maldad del mes más la vileza del día -san Albino, vinatero, 550, Si plou per sant Albí, anirà més cara l'aigua que el vi; ¡menudo negocio! en la fiesta de san Abundancio-, pues hoy, por ser uno, eran las calendas, el referente para señalar el día bis sextum, considerado por los romanos de mal augurio. Entre nosotros, se creía nefasto el any de traspàs -no et cases pas... ni botes ni sedàs... de mal embaràs... de fam un cabàs-, llamado así por el paso largo que dan los días a partir de ayer; si el primero de marzo fue lunes en 1999, es miércoles después del 29-F; por si fuera poco, traspàs es sinónimo de muerte, como señala el divino Ausiàs: Si'm demanau lo greu turment que pas,/ és pas tan fort que'm lleva'l dir que passe/ i és d'admirar passant como no'm traspasse.