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La falta de lluvia en invierno devuelve los embalses al nivel de los años más secos

Alejandro Bolaños

Los meses más lluviosos, este año, han dejado de serlo: en diciembre, enero y febrero apenas ha caído agua. Las precipitaciones del pasado otoño (el doble de lo habitual en las últimas décadas), aún salvan las estadísticas de este periodo hidrológico (de septiembre a septiembre). Sin embargo, tras dos años secos, el nivel de los pantanos andaluces ya está a punto de caer por debajo de la media registrada en la última década (43,5% de la capacidad de los embalses). Los datos que maneja el Instituto Nacional de Meteorología desde 1961 muestran que la diferencia entre los años húmedos y secos se juega en invierno; enero y diciembre acumulan, de media, más del 60% de las precipitaciones que caen en la región en un periodo hidrológico lluvioso. Si se tiene en cuenta esta tendencia, es fácil concluir que el periodo 1999-2000 apunta seco. En los tres últimos meses apenas se han registrado 140 litros por metro cuadrado en Andalucía, cuando el promedio histórico roza los 350 litros por metro cuadrado.

"Se han encendido las alarmas", indicó ayer el director general de Participación de la Consejería de Medio Ambiente, Enrique Salvo, tras constatar la ausencia casi total de lluvias en febrero, informa Efe. Eso sí, a pesar de que el invierno (si no hay precipitaciones extraordinarias en marzo), va a ser muy seco, los datos acumulados en el presente año hidrológico (desde septiembre de 1999), muestran que el periodo 1998-1999 lo fue aún más. Tan sólo Málaga registra números similares (224 litros por metro cuadrado hasta febrero de 1999, 288 hasta febrero de 2000); en el resto de las capitales, la evolución es mejor, gracias sobre todo a las lluvias de septiembre y octubre.

Menos reservas

Los embalses son los que acusan en mayor medida la sucesión de dos inviernos tan secos. Según datos recopilados por la Plataforma del Guadalquivir, en enero de 1999, los pantanos todavía estaban al 66% de su capacidad. Las reservas acumuladas en el último periodo húmedo (1996, 1997, 1998) contrarrestaban entonces la merma de precipitaciones que ya se registró el año pasado, uno de los más secos del siglo XX. Ahora, las presas apenas almacenan un 45% del agua que pueden retener. Y lo previsible es que el descenso sea más acusado en los próximos meses, con la primavera a la vuelta de la esquina.

Esta situación climatológica ya llevó, el pasado día 16, a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a confirmar una fuerte reducción del agua que destinan los embalses de esta cuenca (la más extensa de la región) al regadío. En esta campaña, cada hectárea de superficie cultivada, recibirá una media de 3.000 metros cúbicos, cuando el año pasado, el promedio estuvo en 6.500. Según los cálculos de la Plataforma del Guadalquivir, esto "acarreará una disminución en los ingresos de los agricultores de regadío de 49.000 millones de pesetas". Los cultivos más afectados en la cuenca serán el maíz, el arroz y el algodón.

La Red Española de Aerobiología advirtió ayer de que la falta de lluvias también provocará que el polen en la atmósfera alcance niveles elevados en los próximos días, lo que aumentará la incidencia de alergias.

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