Ana Frank vuelve al colegio
Un millar de alumnos rinden homenaje en el Círculo de Bellas Artes a la niña judía asesinada por los nazis
Llegaron con las carpetas y las mochilas forradas con fotos de Leonardo DiCaprio (los mayores) y Mickey Mouse (los más pequeños) y se fueron dos horas después con una estampa de Ana Frank debajo del brazo y la cabeza llena de discursos contra la intolerancia. Más de mil niños y adolescentes de varios colegios e institutos de la región se congregaron ayer en Madrid, convocados por el Círculo de Bellas Artes, para rendir homenaje a Ana Frank, la adolescente judía que legó al mundo sus diarios de guerra antes de morir en un campo de concentración nazi, en 1945. Un homenaje al recuerdo que pronto derivó, acuciado por la actualidad, en reivindicación de la "pluralidad" frente al ascenso de "la xenofobia, el racismo y la discriminación contra las minorías"."Yo sé que fue una niña que la mataron los alemanes por ser judía", decía Jorge, de siete años, antes de entrar en la sala de Columnas del Círculo. "Creo que la metieron en un horno", susurraba una compañera, a lo que la inocencia de otro niño respondía, riendo: "¡Sí, hombre, como al carbón, ¿no?!".
Ana Frank no murió, efectivamente, en un horno de cremación, sino en un campo de exterminio, dos meses antes de que las tropas británicas entrasen en territorio alemán. Durante dos años permaneció escondida con su familia en la buhardilla de una casa de Amsterdam (Holanda), hasta que el Ejército nazi localizó el refugio y dispersó a sus moradores por diversos campos de concentración en Alemania. Los diarios que Ana escribió en esa época han sido llevados al cine y la televisión en varias ocasiones. Ayer, el director del Círculo de Bellas Artes, César Antonio Molina, quiso erigirlos en símbolo de la resistencia contra el racismo y la intolerancia, en un momento, dijo, "especialmente significativo".
"Ana Frank no es un caso de arqueología, sino de total actualidad. Los sucesos de El Ejido [el pueblo almeriense donde se registraron recientemente agresiones xenófobas contra inmigrantes marroquíes] son sólo un ejemplo. Muchos niños sufren hoy lo que Ana pasó hace más de cincuenta años. Y me atrevería a decir que la situación de estos niños es ahora peor que la de Ana, porque al menos ella pertenecía a una familia culta, acomodada, que le enseñó a escribir, y porque, además, ella tuvo, durante un tiempo, la oportunidad de esconderse", observó Molina.
"Es demasiado triste"
De todo eso ya habían oído hablar muchos de los chavales que ayer acudieron a la convocatoria del Círculo, asistieron a la proyección de un vídeo con la historia, en 25 minutos, del nazismo y escucharon en insólito silencio los textos seleccionados de los diarios de Ana Frank. Aunque, si bien casi todos conocían a su autora, la mayoría ponía cara de sorpresa cuando se le preguntaba si algo así podría volver a pasarle hoy a una adolescente de 13 años. "Es demasiado triste", murmuraba Carolina, de nueve años, que había entrado en la sala asegurando que "a esa niña la mataron por ser cristiana" y salió recién informada y pensativa: "Lo que no entiendo es que la mataran por ser judía...". Carolina estaba segura de que eso "no volverá a pasarle a ningún niño". "O igual sí", musitaba ya en la puerta del Círculo, camino del colegio.
Otros chavales sí están acostumbrados a sufrir la discriminación cerca de sus pupitres. "Bueno, en mi colegio pasa ahora algo parecido, porque hay unos niños negros a los que insultan y les dicen: '¡Negro, vete a tu país!'. Y yo lo que intento es hacerme amigo suyo y así ayudarlos un poco", contaba Juan, con una clarividencia impropia de sus 12 años y rápidamente contestada, unos pasos más allá, por una profesora sonriente: "No, en nuestro colegio nunca ha habido problemas con los niños de otras razas: morenos, gitanos, filipinos, cubanos, hasta chinos tenemos. Y están perfectamente integrados".
El acto de ayer ponía el punto y final a una exposición que, con el título Ana Frank. Una historia vigente, ha hospedado en la capital, durante un mes, fotos y textos originales de los diarios escritos por la hija menor de los Frank. La intención de los organizadores era advertir a los más jóvenes de los peligros de la intolerancia, en esta época de "fronteras cambiantes" en la que, según reza el manifiesto leído ayer, "algunos pueblos y algunas personas se dejan llevar por oscuras pasiones". La muestra recorrerá en las próximas semanas varios centros de la región, gracias a un acuerdo entre la Comunidad de Madrid y el Círculo de Bellas Artes.
Mientras, las niñas y niños que ayer atestaron la sala de Columnas del emblemático centro madrileño vuelven hoy a llenar unas aulas en las que cada vez es mayor la mezcla de culturas y religiones. Un mestizaje que quizá en el futuro podrá hacer realidad la convicción que Ana Frank dejó escrita en su diario: "Creo que todo volverá a ser normal".
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