¿Pierde Cataluña poder económico? PEDRO NUENO
Esta pregunta se la hace mucha gente en los últimos tiempos cuando "ven pasar" macrofusiones y alianzas, compañías catalanas que son adquiridas o centros de decisión que se trasladan de Cataluña a otra parte. Rápidamente se hacen consideraciones peyorativas o hasta catastrofistas y se buscan responsables, los primeros que se encuentren a mano. Pero la cosa no es tan simple.Para empezar, y sin que valga de excusa, París y Milán pierden peso económico frente a Londres y Francfort. Boston y Chicago pierden peso económico frente a Nueva York. Hong Kong pierde peso económico frente a Shanghai. En la economía galopante de mercado ya se sabe, los ricos se hacen más ricos, los grandes se hacen más grandes y el poder económico tiende a concentrarse donde ya hay más poder económico.
Los mercados de capitales han repartido el mundo en zonas para entenderlo mejor y lo han hecho a su manera. A cada zona le han puesto su capital. Europa, capital Londres. Japón, capital Tokio. Sureste asiático, capital Hong Kong. China, capital Shanghai. Estados Unidos y Canadá, capital Nueva York. España y América Latina, capital Madrid. Montreal, Estocolmo, Johanesburgo, Melbourne, Yedda, Bombay o Moscú pintan bien poco para los mercados de capitales hoy en día. Bruselas es hoy una plaza muerta desde el punto de vista económico. Estas cosas no las ha planeado nadie. Son el resultado de un modelo económico.
El presidente de una de las grandes empresas españolas, una de nuestras pocas multinacionales, a quien preguntaba si no era peligroso concentrar tanta inversión en América Latina, me respondió: "Los mercados de capitales esperan que mi empresa sea un líder en España y América Latina. Si hiciese ahora un movimiento importante en Europa seguramente no lo entenderían y me lo penalizarían. Cualquier avance en América Latina me lo aplauden. No sé si más adelante podré hacer algo serio fuera de la zona de la Península Ibérica y América Latina, pero ahora creo que sería arriesgado".
La reacción tan positiva de los mercados a los últimos grandes avances de Telefónica en América Latina apoyaría esto. La reacción tan negativa de los mercados al movimiento de Tabacalera en Francia, también. Cuando se agravó la crisis asiática el señor Botín se deshizo rápidamente de Peregrine, que había sido una inversión buena y barata, oportuna y acertada en Asia. Probablemente pensó que los mercados de capitales se preguntarían qué hacía el Santander invirtiendo en aquella zona. Las pocas grandes multinacionales españolas, cuando salen a Europa, lo hacen de puntillas: una alianza por aquí, un paquetito por allá, un pequeño intercambio más allá. Sólo juegan fuerte en América Latina y eso se les valora bien en todo el mundo. Porque el dinero es hoy en día global. Ahora es así. Quizá cuando las multinacionales españolas tengan un gran dominio en Hispanolandia los mercados de capitales les tolerarán avances en Europa, Asia o Norteamérica.
Desde el punto de vista económico, el 80% de las cosas grandes se cocinarán pronto, en seis o siete ciudades del mundo. Vamos a un mundo de ciudades poderosas. Esto no hay poder humano que pueda evitarlo. Estando en Londres hace un par de semanas, en uno de los grandes bancos de inversión con cuatro de sus máximos directivos, éstos eran de nacionalidades americana, alemana, italiana y belga, viviendo en Londres, por supuesto. Quizá con su casa en Londres pero viviendo en un avión. También en los niveles altos de Telefónica, Repsol, BSCH y BBVA hay catalanes. La presión que el mercado de capitales pone sobre la economía mundial va en la dirección de que los que quieran participar en las decisiones importantes tendrán que moverse hacia las ciudades ganadoras. Ojalá los mercados de capitales hubiesen elegido Barcelona como capital de Hispanolandia. Pero es una suerte que haya sido Madrid en lugar de Río de Janeiro. Está más cerca.
Pero no todo es economía en la vida. Boston es la capital mundial de la educación: economía, negocios, derecho, medicina, ingeniería. Houston es una capital médica. Barcelona está en el mapa mundial de la educación empresarial: IESE, ESADE, Chicago. En tiempos, el profesor Pons Boronat logró traer al MIT. Ojalá volviese. Ojalá alguien trajese a Harvard también. Y como las cosas se han hecho bien en el campo médico, Barcelona también sale en el mapa internacional de la medicina. Pero habría que trabajarse estas cosas muy bien. El concepto de la Cataluña trilingüe (catalán, castellano, inglés) es crucial para ser una ciudad a lo Boston que pueda ganar en algo. Las infraestructuras ágiles son básicas para mantener la conexión con las capitales ganadoras y para asegurar calidad de vida. Plantearnos ser una ciudad para ciclistas es arrojar la toalla, por ejemplo, mientras que nuestro aeropuerto es probable que no tenga ya más esperanza que la de ser subsidiario, como el de Manchester o el de Marsella, porque la concentración de poder tiene su velocidad. Y las opciones no esperan indefinidamente.
Hay una esperanza extraña. Están naciendo en Barcelona algunas empresas de la "nueva economía". Están volviendo a Barcelona emprendedores que se formaron aquí y encuentran gente preparada a coste razonable, y aprecian la calidad de vida y el alto grado de civilización de la zona. Hoy por hoy no hay nada previsto para atraerles o para facilitarles el camino (no hay un mercado de capitales relevante), pero vienen solos. Quizá entre todos llevan creados más de 500 empleos de alto potencial en el último año nada más. Por cierto, que como son empleos de alto potencial abundan en ellos las stock options. Nos quedan pocas cartas que jugar: la educación. Y dentro de ésta, tres áreas a cuidar muy especialmente: las llamadas ciencias de la vida (farmacia, medicina, biología), la tecnología (ingeniería, informática, telecomunicaciones) y la empresa. En trilingüe, naturalmente. Y las buenas infraestructuras. Para todo lo demás es tarde. Por supuesto, un poco más de poder político bien manejado no nos haría ningún daño para todo esto.
Pedro Nueno es profesor de IESE.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.