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Tribuna
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Tres en raya

El pasado sábado Euskadi volvió a evidenciar su triangular fragmentación. La presunta unidad de la manifestación en Vitoria-Gasteiz, enrarecida por la presencia de distintos lemas, cabeceras y pancartas, estalló en pedazos con numerosos incidentes entre los manifestantes. La Euskadi radical, ajena por una vez al cuerpo a cuerpo, se concentró en San Sebastián. Fue un día triste y lo fue sobre todo por lo ocurrido en Vitoria. Nada más patético que tantos concentrados a favor de la paz, arrebatándose los lemas multicopiados en hojas DIN A-4 y llamándose fascistas o asesinos los unos a los otros.La sensación de que el país corre hacia la radicalización se demuestra en el desprecio con que vuelve a calificarse el término "equidistancia". Pero el análisis de lo ocurrido en Vitoria merece cierta altura ética. Muchos empañaron el homenaje que se quería rendir a Fernando Buesa y Jorge Díez. Lo empañaron, desde el martes, los que desviaron el punto de mira y convirtieron la concentración espontánea en una vulgar moción de censura callejera. Lo empañaron más tarde dirigentes irresponsables, que imaginan en toda manifestación ciudadana al margen de sus directrices una operación de espías de baratillo. Lo empañaron los que fueron el sábado a insultar al nacionalismo democrático en vez de a recordar a dos personas asesinadas. Lo empañaron aquellos que no fueron a Vitoria a homenajear a Fernando Buesa y a Jorge Díez sino a escoltar a su (esta vez más "suyo" que nunca) lehendakari. Todo esto era y es vergonzoso.

Al final, una ciudadanía desorientada debía elegir entre dos concentraciones, entre el apoyo o el respaldo a un gobierno, entre corear consignas contra ETB o, hubiera sido posible, contra TVE. El olor de la confrontación civil se percibe, antes que en las calles, en la simplificación de los recursos dialécticos, en el estrechamiento de las argumentaciones, en la incómoda sensación de que uno ya no debe elegir entre distintas ideas políticas sino entre distintas trincheras. Los únicos que hasta ahora habían bajado al búnker eran los asesinos, ya que las ideas siempre están a la intemperie. Se impone mucha reflexión y se impone, dramáticamente, en el tiempo más impropio: en periodo electoral. Todo un desafío para nuestra clase política. Y para nosotros.

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