El Madrid dispara su euforia
El equipo de Del Bosque se impone por coraje y recursos a un Barcelona condenado por Van Gaal
REAL MADRID 3 / BARCELONA 0El Madrid se dio una noche de fiesta frente al Barça, desinflado y tristón. Primero por actitud, a través de un fútbol emotivo, después por pura autoridad, el Madrid puso a su viejo rival frente a una crisis evidente. La posición de Van Gaal se ha vuelto extremadamente incómoda. El entrenador holandés envió todos los mensajes equivocados en Chamartín: por el diseño del equipo, por la elección de los jugadores y, en lo simbólico, por la más que discutible decisión que tomó con Guardiola, al que ninguneó de mala manera y después le obligó a penar innecesariamente en un equipo destruido.Víctima de excesivos errores, el Barça se abocó de salida a un partido de extrema dificultad. En los primeros minutos, el Madrid empujó con todo y sacó más beneficios de los que mereció. Puso dos goles de distancia en medio de la confusión defensiva del Barça. Los problemas aparecieron muy pronto, escenificados en la persona de Arnau, que se tragó un tiro libre de Roberto Carlos, el primero que marca en la Liga. El tiro no tenía demasiada chicha, pero el portero estaba con el tembleque.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Karanka, Roberto Carlos (Campo, m
86) ; Geremi, Redondo, Raúl, Guti; Anelka (McManaman,m.80) y Morientes (Sanchis, m.71).Barcelona: Arnau; Puyol, Abelardo, Reiziger, Bogarde (Xavi, m.46); Luis Enrique (Guardiola, m.61), Ronald de Boer, Zenden; Figo, Rivaldo y Kluivert (Dani, m.74). Goles: 1-0. M.5. Anelka cae ante Reiziger y Roberto Carlos transforma la falta desde fuera del área. Arnau se lanza mal. 2-0. M.19. Jugada de triple rechace y el balón suelto lo empuja Anelka. 3-0. M.52. Salgado mete el balón en el área a Morientes, que se gira ante Abelardo y remata junto al poste izquierdo. Árbitro: Ansuategui. Amonestó a Karanka, Kluivert, Abelardo, Salgado, Reiziger. Expulsó a Guti por doble tarjeta. Lleno en el Bernabéu. 80.000 personas.
El efecto del tanto sobre el Barça fue demoledor durante 20 minutos. Entró al cuerpo a cuerpo con el Madrid, que buscaba esa clase de partido. A falta de fútbol, el duelo derivó hacia lo nervioso. El Barça no entendió la necesidad de buscar su salida natural: el control, la posesión de la pelota, la búsqueda de los extremos. Su dibujo y su gente no se lo permitían. Ningún defensa estaba en condiciones de sacar el juego con limpieza. En este punto, el Madrid actuó premeditadamente en lo que respecta a Bogarde. Fue el único que tuvo vía libre para salir con el balón. El resto de los caminos estuvieron cerrados durante bastante tiempo. Ronald de Boer resultó intrascendente en la dirección, pero Van Gaal anda emperrado en castigar a Guardiola.
Al Madrid le rindió un beneficio extraordinario el descontrol inicial del encuentro. Antes de lo que pudiera imaginarse cobró dos goles de ventaja. El segundo retrató con exactitud el estado del duelo en aquellos instantes. Un saque de banda se convirtió en un despeje intempestivo de Roberto Carlos, en un tiro de Guti rechazado por Ronald de Boer, en un remate de Morientes desviado por Arnau y en el pase a la red de Anelka, autor de su primer tanto en la Liga. Todos los rebotes de la jugada los ganó el Madrid. Eso quería decir algo. El desconcierto del Barça, que había empezado con un alteradísimo Arnau, se instaló principalmente en la defensa. Sin alardes, con coraje y choque, el Madrid aprovechó sus ocasiones y generó un efecto contagioso en la hinchada, que entró en un estado de euforia. Estaban puestos todos los elementos para una victoria blanca.
Van Gaal, que sale muy dañado del partido, se vio obligado a tocar algunas teclas de manera precipitada. Su equipo había fracasado en el aspecto defensivo -como es costumbre- y el hombre tuvo que tragarse el sapo. Después del segundo tanto, Van Gaal dispuso una defensa de tres, colocó a Bogarde a la izquierda de Ronald de Boer, trasladó a Zenden al extremo y dejó a Rivaldo como pivote, a la manera de Bakero. O sea, el viejo 3-4-3 que dio nombre a Van Gaal, pero mal y tarde, con los jugadores inadecuados y sin ninguna fe en los cambios del entrenador. La química entre la plantilla del Barça y Van Gaal parece rota, con la máxima responsabilidad para el entrenador, que ha traicionado sus principios con alevosía.Con su nuevo dibujo, el Barça reaccionó y comprometió al Madrid. Se vio un tiro al palo de Rivaldo, un remate venenoso de Figo que desvió perfectamente Casillas, espléndido poco después en un mano a mano con Luis Enrique. Por este lado, Casillas tuvo una importancia capital en el Madrid, de la misma manera que Arnau trasladó sus indecisiones al Barça. El encuentró viró hacia el Madrid en el segundo tiempo. Su supremacía estuvo relacionada con cuestiones estrictamente futbolísticas. Todos y cada uno de sus jugadores se agrandaron y comenzaron a ofrecer su mejor versión. Redondo tuvo un papel protagonista en el medio campo. A su lado, Guti tuvo un papel destacadísimo en las asociaciones y en la elaboración. Por lo demás, la estrategia fue sencilla: el Madrid esperó, jugó con el frágil sistema nervioso del Barça y se proyectó con facilidad. El tercer gol -obra maestra de Morientes- ayudó a cerrar el encuentro, con los dos equipos en las antípodas. En ese periodo, de entusiasmo desmedido en la parroquia local y de desilusión evidente en el Barça, se entendió como un gesto dañino la entrada de Guardiola en el campo. Van Gaal le concedió el tratamiento de actor de tercera fila a un jugador que representa la distancia que se ha abierto entre la plantilla y el entrenador. Todo lo demás fue una fiesta madridista, con la gente por fin enchufada con un equipo que comenzó a ganar desde la emoción y se impuso definitivamente con mérito y algún rato de buen fútbol.
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