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Francia acaba con el pago vitalicio al ex cónyuge

La Asamblea francesa abordó ayer la reforma legal destinada a acabar con los abusos que genera el actual régimen de las "prestaciones compensatorias" para los casos de divorcio. Unos 200.000 divorciados, hombres casi todos, padecen las increíbles exigencias de una ley, aprobada en 1975, que les obliga de por vida a traspasar una parte considerable de su renta a su anterior esposa, sean cuales sean las situaciones económicas de los antiguos cónyuges. Más aún, la condena a perpetuidad alcanza a veces a los hijos del divorciado, forzados así, bajo amenaza de cárcel, a entregar parte de sus ingresos a la antigua mujer de su progenitor. En efecto, el artículo L276-2 del Código Civil establece que "a la muerte del esposo deudor, la carga de la renta pasa a sus herederos", una herencia terrible que envenena las relaciones y destapa los odios. De ahí que, extraordinariamente tratándose de un asunto que afecta a la familia, la izquierda y la derecha se hayan puesto de acuerdo en acabar con esta injusticia lacerante.

Aquella normativa, aprobada con el razonable propósito de impedir que la ruptura del matrimonio dejara a una de las partes, la mujer casi siempre, en situación de penuria, ha dado lugar a abusos escandalosos. Hombres que perdieron el empleo o disponen sólo de su jubilación sobreviven a duras penas obligados a incrementar los ingresos muchas veces muy superiores de sus ex esposas. Como en tantos otros aspectos de la vida francesa, la ley que en su día tuvo un carácter precursor -el código civil de Napoleón fue pionero en materia de divorcio- se ha hecho anacrónica.

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