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Yoko Ono: "Un arma no es solución"

Un gran cartel de más de tres metros, con el título de la exposición -Yoko Ono Ebro-, que se exhibe en las salas del palacio de Sástago, en Zaragoza, tapaba el mural de Manuel Villaseñor que preside el salón de plenos de la Diputación Provincial de Zaragoza desde 1954, donde se ensalza la entrada de AlfonsoV en Nápoles. Bajo él, la viuda de John Lennon -asesinado en diciembre de 1980-, vestida con traje pantalón azul marino y pañuelo celeste al cuello, se afanaba la mañana de ayer en desmentir la información publicada el pasado domingo por el semanal británico Sunday Times según la cual el mítico beatle habría financiado en los setenta al Ejército Republicano Irlandés (IRA) y a grupos de extrema izquierda."Estoy muy molesta con esa información. No me ha gustado el tono en que se ha publicado. Él nunca dio dinero al IRA". Ante la insistencia de los periodistas matizó la célebre viuda: "Socorrimos a personas de pueblos que lo necesitaban, ayudamos a mujeres y niños, y la próxima vez que dé dinero a Irlanda pediré que se incluya en una lista a quién lo dono".

Unos documentos elaborados por el MI5 (servicio secreto británico) que pasaron al FBI cuando el cantante se trasladó a Estados Unidos están en el origen de la polémica. El ex beatle fue investigado por encargo del Gobierno de Nixon, que buscaba razones para apoyar una posible deportación de Lennon al Reino Unido. Las investigaciones de Jon Wiener, un profesor californiano de historia, le han llevado a pedir la desclasificación del archivo. Un tribunal de Los Ángeles ha llamado a declarar a un ex agente del servicio de espionaje británico, David Shayler -actualmente refugiado en Francia-, quien ha revelado que en el expediente del MI5 se señala que, entre 1971 y 1975, John Lennon entregó unas 45.000 libras esterlinas (más de 11 millones de pesetas) al IRA y al Partido Trotskista Inglés, al que incluso habría regalado la letra de su canción Working class hero.

La decisión del juez Brian Robbins de hacer públicos los documentos secretos enfrenta al Gobierno británico con el de Estados Unidos por el acuerdo mutuo que establece el secreto de las informaciones que intercambian.

Para despejar cualquier duda sobre el pasado, Yoko Ono se remontó ayer a la filosofía que presidió la vida de esta famosa pareja de activistas por la paz. "Nunca la solución es un arma. Esas salidas no son buenas, siempre lo hemos dicho".

Ono, una de los mayores exponentes del movimiento conceptual Fluxus, se encuentra desde el domingo en Zaragoza para asistir a la inauguración de la muestra Yoko Ono Ebro, donde ha querido homenajear al río que baña la ciudad. "Desde hoy llevo mi nombre unido al río, lo he querido honrar así. El río es vida, camina a la eternidad, y desde ahora lo universalizaré a él y a los habitantes de Zaragoza uniendo mi nombre al suyo". La viuda de Lennon acudía por primera vez a la apertura de una muestra en compañía de Sean, fruto de su unión con el autor de Imagine.

"La guerra ha terminado. Si tú quieres". Tres grandes carteles en castellano, inglés y fabla -una lengua autóctona minoritaria de la región- presiden la fachada del palacio de Sástago. La paz la ha traído a Zaragoza y de paz hablará mañana en la Aljafería, el palacio sede de las Cortes aragonesas -uno de los monumentos de la ciudad símbolo de convivencia de las culturas cristiana y árabe-, donde leerá un manifiesto. En la muestra, Yoko Ono ha creado un espacio para que el público participe escribiendo, moviendo piedras, meditando o clavando clavos en tres cruces. Treinta años de creación y activismo se resumen en su exposición, que viajará luego al Museo Vostell de Malpartida, en Cáceres.

Ono tiene una apretada agenda en Aragón, donde estará hasta el jueves. Siempre acompañada de sus guardaespaldas, hoy piensa asistir en Calanda a los actos del centenario de Buñuel, del que se declara admiradora, y viajará a la localidad de Muel, donde, en la Escuela de Cerámica de la Diputación Provincial, modelará el barro.

Mientras tanto, la viuda de Lennon revivió ayer fantasmas de los setenta, porque sus 14 años de convivencia con el mito estuvieron presentes en su discurso de presentación: "Nadie fue Pigmalión de nadie, lo compartíamos todo". Sean, en una esquina de la mesa presidencial, sonreía bajo sus lentes redondas.

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